Es uno de los momentos más hilarantes de las intervenciones de Pablo Carbonell en 'Caiga quien caiga'. Prince le observa con incredulidad mientras Pablo le enseña cómo se toca la zambomba. A pesar de la distancia que marcaba Prince, la cosa iba de buen rollo (sobre todo gracias al buen inglés de Pablo y a las risas de Mayte, la entonces esposa de Prince). Pero cuando Pablo intenta regalarle la zambomba Prince se aparta como si quemara, como si no quisiera mezclarse con un objeto que han tocado las personas corrientes.
Prince tenía un talento inmenso pero parecía que no le gustaba mucho la gente. '1999', 'Little Red Corvette', 'When Doves Cry' y la magistral 'Purple Rain' son parte de la historia de la música. Ha muerto cuando estaba preparando sus memorias. Tenía 57 años y aunque había tenido problemas de salud recientes no parecían tan graves como para acabar con su vida. Estaba precisamente en una etapa bastante comunicativa. Había vuelto a las redes sociales y daba de nuevo conciertos. En uno de sus últimos tuits compartía uno de sus temas en directo a través de Tidal, la plataforma a la que se entregó cuando decidió salir de Spotify. En Instagram compartía sobre todo fotos de él mismo. Esta fue la última y ahora se ha convertido en un libro de condolencias.
Prince no era un nombre artístico, se llamaba así de verdad porque era el nombre del grupo de jazz de su padre. Aunque pasó una época aún más excéntrica de lo habitual durante la que tuvo un nombre impronunciable, un símbolo que llevó a que lo llamaran “El artista antes conocido como Prince”.
Pese a explotar una imagen andrógina Prince parece que fue un gran conquistador: Madonna, Carmen Electra y Kim Basinger figuran entre sus ligues. Se casó dos veces y con la ya mencionada Mayte García tuvo un hijo que murió poco después de nacer. No tuvo más descendencia.
La gustaban las plataformas que corregían un poco su escaso metro sesenta de altura.Pero sobre el escenario, se convertía en un músico enorme al que los promotores aguantaban aún más excentricidades de lo habitual. Las negociaciones eran un "caos total" con constantes cambios de planes como cuenta el promotor Neo Sala en este artículo. Pero todo ese sufrimiento merecía la pena. Sus conciertos eran una experiencia memorable. Los periodistas también sufrían sus rarezas con ruedas de prensa que acaban convertidas en exóticas performances. “Eran las típicas chorradas de Prince que me hacían desistir de que realmente era un genio” dice de él Julián Ruiz en un post en el que cuenta algunos encuentros disparatados con el artista.
Su relación con lo digital también era tormentosa. Predijo la muerte de internet en 2010 y llegó a denunciar a unos fans que subieron vídeos de una de sus actuaciones a Facebook. (¡Les pidió 1 millón de dólares de indemnización a cada uno!) Abandonó todas las redes sociales, Youtube y Spotify y solo se quedó en Tidal, la plataforma de Jay Z que no acaba de despegar. Luego volvió a Twitter e Instagram. Sus cuentas reflejan era personalidad extravagante, con muchas mayúsculas y mucho culto a sí mismo, pero también muestran un amor inmenso por la música.
Quizás su legado musical podría haber sido aún mayor si en los últimos años no hubiera gastado tanta energía en sus peleas con la industria discográfica, pero si no, no hubiese sido Prince. Ha sido un lujo disfrutar de él. Está claro que un año que empezaba con la muerte de Bowie no podía ser bueno.