Besos cruzando el Atlántico
Puesto que a veces siento que avanzo en sentido contrario a las agujas del reloj, os diré que me apasiona el día de Reyes y lo disfruto como una niña. Este 2016 estoy otro lado del Atlántico y me alegra descubrir que aquí comparten la celebración, aunque vaya siendo fagocitada por la larga estela de Papá Noel.
La noche de Reyes es mágica y no deja de tener su sabor disfrutarla al lado del mar y con casi treinta grados de temperatura. Aquí, en Puerto Rico, me acuerdo de vosotr@s, de quienes sacáis un rato para echar un vistazo a mi personal universo, al que he llamado Happy Aging como grito de rebeldía ante los que tienen un sentido catastrofista del paso del tiempo.
Por ello quiero contaros lo que veo. El clima del Caribe pone fácil empezar la jornada: toneladas de fruta dulcísima. El desayuno es el momento idóneo para ingerirla porque cargas vitaminas y evitas la necesidad de picar entre horas si sales de casa con apenas un café, ahuyentando también las malas digestiones de ella tras la comida. Esa manía de tomar fruta tras un cocido o una paella me parece criminal. Los viajes complican ingerirla batida, que es como suelo hacerlo, pero la papaya aquí es formidable. Contiene una enzima que facilita las digestiones y numerosos antioxidantes.
Si te empeñas en buscar pan lo encuentras, pero olvídate de tomarlo en los establecimientos donde suelen almorzar los portorriqueños, inundados de "maduros", tostones y yuca. Hoy puedes conseguir estos hidratos de carbono en España y son un buen sustitutivo del pan o la patata, claro que si los pruebas fritos las calorías se disparan. También si te decantas por los surullos, cualquier mofongo o el dulce de lechosa, que atentan contra la báscula.
El pescado a la brasa es una opción para sostener la línea y, en todo caso, está la salsa para bajar el almuerzo. No os podéis hacer una idea: suena en cada rincón, atrona desde las ventanillas bajadas de sus "carros", es el reclamo perenne de cualquier establecimiento…
Los tópicos de las películas cobran vida en el Puerto Rico real. La suya es una sociedad lúdica y despreocupada, cuyos chavales sueñan con convertirse en Marc Anthony. El país muestra el mejor Caribe: interior frondoso plagado de parques naturales y reservas, sabor colonial que rezuma reminiscencias de España en cada esquina, playas paradisíacas y una gente amable y de fiar, junto a un puñado de islas idílicas alrededor unidas por trayectos en ferry o avioneta. Súper recomendable.
Observando el mar comprendes la aventura de cruzarlo, espoleados por la interrogación de su horizonte. También aprendes a relativizar y a detectar más puntos de unión que de lejanía. Recordad que cuando estéis disfrutando la cabalgata, la mía estará por llegar. ¡Feliz Noche de Reyes!