Dime cuál es tu color y sabré cómo sientes
Lo reconozco, fui una más de los millones de votantes que se tragó el debate. ¿He dicho votantes? Corrijo: espectadores. No es lo mismo. En este viaje no hay madrigueras donde esconderse, toca hacerlo sí o sí por más que planees abstenerte el 20D. Parece imposible situarse al margen de la campaña porque la política no se mueve en el mundo de las ideas, agita las emociones. Abajo lo racional, viva lo pulsional. Ahora 'trendy' es lo emergente y 'out' lo establecido. De hecho he leído que uno de los partidos aplica métodos copiados a la publicidad para acercarse a lo que siente el votante –consumidor-. Son los 'focus group' que rastrean opiniones variopintas, además de otros asuntos tan aparentemente superfluos como el vestuario de los líderes o el de sus contrarios.
Quédate con la siguiente ecuación:
a.- este es el siglo de las emociones.
b.- conocerlas rejuvenece.
c.- manejarlas empodera.
Las emociones son el catecismo diario. Los estímulos que las desatan se suceden a tu alrededor y atraviesan tus filtros de autoprotección sin darte cuenta, de hecho, ante cada impulso vas a apreciar una por puro instinto. Puede que algunas te remitan a estados primarios –la alerta ante cualquier miedo antiguo; cierras los pestillos de las puertas del coche cuando entras en él recordando aquella vez que te robaron el bolso del asiento contiguo- y otras resulten un descubrimiento -la euforia al practicar 'running', tú que no te habías calzado unas zapatillas de deporte hace años-. Te emociona una mirada lanzada con intención; esa palabra estimulante o al contrario castradora; el olor al jabón de la abuela, el de la cazadora de cuero de aquel chico, el primero… Su color negro… Natural, los colores son los grandes aliados de las emociones.
El marketing político elige sus colores corporativos y los de sus líderes planeando lo que nos inspiran. Si bien suponíamos esto, estoy segura de que ignorábamos el hilo invisible que une el orgullo, la alegría, el amor o el miedo con su color. Cada emoción posee uno que lo enmarca y lo propicia. Vestir con él te predispone a apreciarla y contagia en los demás esa sensación.
Optar por un color no es aleatorio: no lo es para mí cuando me fotografío, ni para ti cada vez que abres el armario y repasas lo que te espera en el día. No hablo de estilo, sino del ánimo con el que te enfrentas a la vida. Mi charla con la 'doctora de las Emociones', Arancha Merino, es crucial si quieres entender esa unión mágica entre un color y su emoción dominante. Cuando termine el vídeo-post sabrás algo que ignorabas sobre ti. Seguro.
Y ahora sí, ¿por qué no me cuentas cuál es tu color favorito?