Acabo de echar un vistazo a la pasarela de los SAG Awards de este fin de semana y compruebo que ha vuelto a ser un desfile de promesas a medio hervor junto con algunos rostros de siempre, aunque se lleven más fotos los nuevos. El cine encumbra lo último como lo mejor.
Me temo que sucederá también el próximo sábado en la ceremonia de los Goya, y me digo que debe de ser brutal la dependencia de una actriz a su juventud, efímera por naturaleza. Si esa noche nos quedamos en la periferia del tratamiento flash de belleza empleado para estar ideal todo resulta cool, pero intuyo que en su fuero interno la guerra se mide en otros frentes.
A veces ellas se quejan y con razón. De hecho, me ha gustado la reacción de Michelle Jenner en Instagram lamentando que en su profesión la estética esté súper valorada y esclavice a la mujer, y más aún que lo que parecía un grito perdido en mitad de una tormenta concitara aplausos. Me alegro. Pero los hombres de los Goya seguirán enfundándose un esmoquin en una faena de aliño cuando ellas precisarán horas de chapa y pintura, aunque la mayoría sean unos bellezones recién levantadas. En fin, lo 'femenino' está infectado de peajes.
Todas, en algún momento de nuestra vida, nos dediquemos a la profesión que sea, habremos sufrido un escalofrío frente al espejo, ese pellizco de incertidumbre al sentir que la imagen no se corresponde con el yo interior, y entonces tememos que ambos progresan en mundo distintos. Curiosamente me quejaba de lo contrario a mis veintitantos años: la gente aseguraba que era una niña y me quedaba un mundo por vivir, mientras yo me creía una mujer hecha y derecha con apenas mirarme al espejo. Ahora a quienes quieren correr les regalo unas zapatillas.
La ecuación sobre cómo encarar el devenir del tiempo no presenta solución. Coincidimos que con naturalidad, sí, pero cómo encajar con normalidad ver una pasa donde antes había un melocotón. Más aún si tu entorno laboral o personal te exigen unas servidumbres de las que quizá tú prescindirías. Mi receta consiste en muscular tu vida emocional que, no solo no envejece, sino que con cada ilusión es capaz de cumplir años en el sentido inverso al calendario. Trazar un proyecto como si fuera la primera vez que lo abordas, enamorarte aunque sea cien veces de la misma persona. Planear un viaje. Practicar meditación, que rejuvenece una barbaridad tu cerebro… ¡Qué sé yo! Tú misma debes encontrar las motivaciones que lleven a proyectar una imagen nueva sobre la luna de tu cuarto de baño.
El verdadero aprendizaje de cumplir años pasa por desligar la belleza de la juventud. En ambos géneros. El arte de envejecer lleva a interiorizar que lo bello, no es que deje de serlo, sino que se transforma y aquello que suponga echar un pulso imposible a la naturaleza es una batalla infructuosa. Querría que escucharas a la doctora Elvira Ródenas, nuestra experta en antiaging, cuando asegura que cualquier proceso de rejuvenecimiento posee un límite de 10 o 12 años. Es decir: no se puede pretender una diferencia mayor entre la edad real y la aparentada a riesgo de convertirse en un hazmerreir. Bajando al terreno son muy interesantes sus explicaciones sobre de dónde perdemos grasa y qué zona de nuestro cuerpo nos delata. No te lo pierdas. Como colofón, claro que existen mujeres que cumplen años sin abstenerse de cuidarse. Lo cuenta la Dr. Ródenas: mujeres que aún habiéndose 'hecho de todo', es como si no se hubiesen tocado nada. Actrices a quienes los flashes les quieren como a estrellas emergentes.