Tengo una amiga que cada vez que trasnocha y nota que se le caen los párpados sobre la copa mientras algún pelma le suelta la eterna tabarra de conquista, ella responde sistemáticamente: "A estas horas o se duerme o se jode, y como hoy no pienso hacer esto último… pues a dormir".
La noche sirve para eso, además de para cosas prosaicas como currar en un turno endemoniado, estudiar a destajo o para lirismos del tipo escribir los versos más tristes… justo esta noche.
Mi última charla con la doctora Elvira Ródenas me ha descubierto una nueva ocupación en la que emplear mis noches: crear colágeno.
Que la disminución de colágeno, ese pegamento que mantiene unido y fibroso mi cuerpo, capitanea su envejecimiento, lo conocía. Pero ignoraba que su pérdida se empieza a producir de forma paulatina a partir de los 30 -¡¡horror!!- y que puedo estimular su creación siendo constante.
El colágeno es una proteína producida por los animales, lo que quiere decir que a través de la dieta lo conseguimos directamente solo si tomamos carne -del tipo que sea y en especial patas de cerdo y piel de vaca; si piensas en la gelatina de las manitas de cerdo debes de saber que eso es colágeno-. Y pescado, en mayor medida el azul. No obstante, existen otros alimentos que incentivan la producción que nuestro organismo debería de realizar por sí mismo: algunas verduras (en especial las coles y el brócoli), los lácteos, los huevos, los frutos secos y los que contienen buenas dosis de vitamina C (frutas como el kiwi, naranja, pomelo, piña, mango). O verduras como las espinacas, los frutos rojos, el tomate, la leche de soja, el tofu y el té. He reseñado los más habituales, aunque encontraría bastantes más.
Pero ni atiborrándonos semanas enteras con todo lo anterior, supliríamos las necesidades de un colágeno encargado de borrar la flacidez del horizonte. Esta proteína es puñetera porque desaparece. Se volatiliza.
Elvira lo explica muy bien en el vídeo. Te recomiendo que cliquees sobre él porque incrementar tu nivel de colágeno no es solo una cuestión estética. Ahí va una pregunta rápida: ¿tus rodillas crujen de vez en cuando? Entonces están pidiendo a gritos colágeno.
Para eso el hidrolizado representa la solución, pues concentra la dosis justa que debe absorber el organismo, pero recuerda que hay que ingerirlo por la noche, momento en que se regeneran los tejidos. En la farmacia encontrarás un abanico de productos que contienen colágeno -solo o en compañía- pero debes saber que no todos contienen lamisma proporción. Yo llevo tiempo consumiendo colágeno hidrolizado y mis rodillas han dejado de quejarse. La variedad de frutos rojos tiene un sabor agradable y se diluye bien, el único engorro lo veo al tratar de mantener el hábito diario durante mis viajes.
Por último, hay un camino más sofisticado para producir colágeno del que se beneficia tu piel del cual me habla Elvira con detalle. Para conocerlo, ya sabes: haz clic en nuestro vídeo 'Happy Aging'.
Conclusión: termino el día, el post, el trabajo, la cena… sonriendo, porque no pienso dormir en balde.