El día de las guerreras
Hoy solo quiero escribir para apoyar a las guerreras. Para animar a los suyos. Para decir a quienes las aman que yo también lo hago. Para meterme en su piel, o más dentro, bajo sus tetas, y encararme con ese bicho que puede que un mal día me visite -las estadísticas prorratean la enfermedad, advirtiéndonos que este sorteo nos toca tarde o temprano-. Para gritar a los médicos que, a veces, parecen el señor o la señora milagros y, como no, para darles las gracias. A ellos y a quienes se dejan los ojos en la pantalla de un ordenador en eso que sigue llamándose laboratorio aunque apenas haya probetas. Y a quienes te pinchan el líquido, te anudan la bata a la espalda o en lugar de compadecerse al comprobar el resultado de la analítica te aseguran que de esta sales. Seguro.
Hoy quiero escribir para decirte que un escote es un precipicio que puede recorrerse hacia arriba o hacia abajo. Y no eres tú, sino un accidente del camino. Que la melena se gana o se pierde, pero la batalla de la vida hay que encararla con ánimo ganador. Escribir tanto para las primerizas como para las que conviven con el cáncer como un inquilino incómodo desde hace tanto que ni le suben la renta. Y para las que se han olvidado de él; o no… porque aunque no lo recuerdes nunca lo olvidas. Para concienciar y desdramatizar. Pero también para subrayar que aún dibujamos, no un lazo rosa, sino una cruz en quienes forman parte de este club de guerreras: quizá una hipoteca que cuesta más, un seguro que se hace el remolón, un trabajo que discrimina, una sociedad que…
Escribo para asegurarme de que después de la devastación sigues siendo la misma, pero distinta. Y convencida de que los demás no te observan igual, aunque a ti qué te importa si después de tus batallas eso es un pleito sin importancia. Aunque maltrecha, te ves 'divinity'.
Y confieso que aunque escriba para ti en el fondo lo hago para mi, porque hoy me siento más 'tú' que nunca. Hoy sí, día Internacional contra el Cáncer de Mama.