“Soy gay, pero...". Lo ha confesado Ricky Martin. Poco antes apuntaba en la misma dirección Paco León. El primero reconocía en una entrevista estar abierto a mantener relaciones con mujeres si le atraían lo suficiente y el segundo, en otra, que cuando conoció a su actual mujer tenía novio. Él, no ella. Heteros, homos, bisexuales. A veces las líneas rojas de la sexualidad resultan tan endebles que las etiquetas rozan.
Si fuera tan fácil defender la heterodoxia política a estas alturas contaríamos con presidente y ministros. Ando rumiando estas cosas antes de encontrarme con Verónica Alcanda (www.alcandamatchmaking.com) recién llegada de un viaje por Tailandia que la ha reconciliado con su espíritu zen, así que la imagino despachando amor a diestro y siniestro.
Preciso, a derecha e izquierda, porque el país anda necesitado de cariños en ambas partes. Verónica se ha casado y convivido con hombres singulares cargados de matices, de países y culturas diversas, por tanto sí que está acostumbrada a saltarse la ortodoxia, pero supongo que ante la pregunta ¿te enamorarías de alguien bisexual si no lo eres tú? frunciría el ceño anticipando una amenaza segura.
“Tarde o temprano vas a sufrir”, pensamos con apenas mirarnos. Pensándolo bien, ¿por qué? ¿Acaso nos da miedo lo diferente? ¿Somos tan insegurxs que preferimos un terreno conocido antes de apostar fuerte por el amor? En el fondo la amalgama que mantiene una unida a una pareja resulta de un equilibrio de fuerzas donde tiende a ganar uno de los dos, pero es peor si se explicita la debilidad desde el principio. Si declaras lealtad sexual a un solo género parece evidente tu desventaja, y no por la respuesta facilona de que la bisexualidad posee más caladeros donde “pescar”, sino porque apreciarás un reducto inaccesible en la otra persona.
El amor desata siempre ese ansia por el otro, inabarcable, pero tanta desazón lastima y desgasta. El paso de los años en el negociado de los sentimientos te deja un poso de sentido común que no tiene porqué excluir las mariposas en el estómago. Sí, claro que se sienten, pero antes de dejar que revoloteen por todas partes diagnosticas lo futurible de la relación en minutos. Pros y contras. Como los pactos de gobierno en versión doméstica. Quizá porque acaba de llegar de lejos, la Celestina del siglo XXI me alerta sobre las diferencias culturales. “A la larga no funcionan”.
Me sorprende la rotundidad de sus explicaciones cuando vivimos un momento de mestizaje donde parejas de países distintos encuentran lo que no veían en las de su país. Le explico que tengo amigos que salen con chicas latinas, seducidos por su entrega, al grito de “no hay una española que me haya tratado así jamás”. Otra cosa será aventurar cuánto duran. Hoy los hombres se quejan de que les prestamos poca atención, obcecadas en la promoción profesional, y nosotras de que ellos se han olvidado de conquistarnos. El eterno dilema de la seducción. Un día terminaremos pactando sus pasos como una negociación cualquiera. Pero ese día las mariposas pedirán la extradición. No te pierdas el video resumen de nuestra charla. Lo disfrutarás. Y si tienes una opinión o una experiencia me encantará compartirla contigo. Aquí o en cualquiera de mis redes sociales (@TeresaViejo). ¡Happy and Loving Aging!