Juego de espejos
¿Qué ves en la fotografía? ¿Simples zapatos? ¿Los destellos de la bisutería? ¿Quizá una doble intención? ¿Te fijas en mi o buscas dobleces en la ropa del fondo? Y lo que más me interesa, ¿observas mi imagen o su reflejo?
Entre lo que somos y aquello que nos adjudican los demás existen desacordes, como si se tratase de una partitura a la que le faltaran notas y cada músico la interpretara a su aire. ¿Te has preguntado alguna vez qué es lo que los demás ven de ti? ¿Qué malévola ley del universo hace que ellos se percaten de aspectos de tu personalidad que tú tratas de ignorar, o que ni siquiera sospechas que existen?
Resulta que nos creemos cariñosos y los otros nos califican poco menos que de cardos borriqueros con tacones; nos imaginamos sensibles cuando ellos sospechan que para hacernos llorar deberían de atizarnos en los ojos con cebolla. Nos tenemos por simpáticos y ya está bien de destrozar chistes, pensarán. La dismorfia entre lo que observamos en el espejo y lo que miran los demás puede ser brutal.
Os confesaré algo: durante un tiempo me inquietó que la gente me percibiera como una mujer segura de mi misma, de fuerte carácter poco dado a la lágrima, porque esa descripción andaba a las antípodas de lo que soy. Olvidaba que el lenguaje con el que comunicas pocas veces te pertenece, siendo el continente del contenido de tu trabajo; de ese modo terminé entendiendo que en ese juego de cristales quienes trabajamos en los medios nos proyectamos a través de muchas lunas que nos distorsionan.
No hay que frecuentar la televisión o la radio para sufrir esa sensación desasosegante de que los demás no terminan de conocerte. Hay seres obvios, transparentes, y personalidades opacas, pero incluso el más explícito habrá sentido que no es del todo como dicen que es. “¿En serio me ves así?”, he aquí la duda que todos hemos formulado en alguna ocasión.
Solo hay un estado que rodea el espejo con luces centelleantes y quienes lo miran en ese instante detectan virtudes que ni nuestra abuela vislumbró en nosotros: el enamoramiento. Qué altas, delgadas, adorables, ingeniosas, inteligentes y capaces nos perciben: borra arrugas y flacidez de un plumazo. También nos rejuvenece Face Tune, pero divierte menos. Ahora dime, ¿qué ves en la fotografía?