Día de la higiene menstrual: por qué la copa ha cambiado mi forma de vivir con la regla
Por ahorrar, por el medio ambiente, por mejorar tu “salud” vaginal o porque es comodísima. Existen muchísimas y buenas razones para lanzarse a usar la copa menstrual, ese invento del que todas tus amigas hablan (y con razón). Pues es verdad, la copa es maravillosa y yo, por el Día Internacional de la Higiene Menstrual, quiero compartir mi experiencia y explicar por qué, desde que la uso, la regla me parece menos putad* cada mes. Spoiler: no os voy a engañar, al principio cuesta un poco pero luego cuando le coges el truco es uno de los mejores inventazos del siglo.
En 'Cómo ser mujer' (libro de Caitlin Moran que os recomiendo si aún no lo habéis leído, mis queridas treintennials), la escritora británica dedica un capítulo entero a hablar de la regla desde su experiencia personal. En él, explica divinamente cómo nos sentimos las mujeres ante la llegada de nuestra primera regla: con poca información, un poco perdidas y con bastante miedo al dolor. De hecho, en nuestro país y según el 'I Estudio sobre Salud Íntima de los españoles' elaborado por Intimina, cerca de un 26% de las mujeres no recibió información sobre la menstruación en su infancia-adolescencia. Y sí, así me sentí yo, y tristemente así se siguen sintiendo un montón de chicas en pleno 2019, y por eso mismo son necesarios días como el de hoy: para desestigmatizar y normalizar la menstruación, porque en los colegios y en las familias nos siguen dando poquita info, porque sigue siendo tabú en muchos países, porque la menstruación sigue siendo motivo de ausentismo escolar y porque los productos para gestionarla son caretes, etc. Así que sí: ¡hablemos de la regla!
La copa menstrual
De mujer a mujer (o a mujercitas), amigas: no le tengáis miedo a la copa. Ojalá en mis tiempos me la hubiesen ofrecido mucho antes como una opción más, pero no fue así. También es verdad que hace 17 años, que es cuando a mi me vino la regla por primera vez, en España no sabíamos ni que existía, y eso que no es un invento nuevo. Os cuento: la primera “versión” de copa menstrual la inventaron en 1932 el grupo de matronas (McGlassons and Perkins), aunque no fue hasta cinco años después cuando Leona W. Chalmers, actriz e inventora estadounidense, patentó su primera versión comercial. Así que amigas, ahí tenéis un primer dato que da así como “buena espina” nada más empezar: es un invento de mujeres para mujeres.
Además, desde mi experiencia personal, os animo a dar el paso porque tiene muchísimas ventajas:
- Ahorras dinero. Olvídate de comprar compresas o tampax cada mes. La copa menstrual, que suele rondar los 20 euros te puede durar unos 10 años y, si te pones a echar cuentas se amortiza en 3 meses.
- Adiós a las infecciones. Al estar hecha de materiales como la silicona, el látex o el plástico quirúrgico, hay menor probabilidad para que los gérmenes se acumulen en ella (como en el caso de los tampones o las compresas). Además, la copa también puede ayudar a prevenir otros problemas causados por lo mismo como la candidiasis o la vaginitis.
- Comodidad. Puedes aguantar con ella puesta hasta 12 horas, o lo que es igual: solo tienes que vaciarla un par de veces al día. ¡Es que hasta “te olvidas” de que tienes la regla! Imagina lo que es eso: dormir tranquilamente sin pensar que vas a manchar la cama, despreocuparse en el gimnasio, en el trabajo, en los días de verano en la playa o en la piscina… En fin, ¡qué os voy a contar! Por cierto, una de las cosas buenas que tiene es que te la puedes quitar y poner cuantas veces quieras y no duele (no es como los tampax que, si no están muy empapados ves las estrellas).
- Es eco-friendly. Al durar unos 10 años, imaginad la cantidad de residuos que ahorraríamos cada mes al medio ambiente…
- Autoconocimiento. Y esto, amigas, es lo más interesante de todo, porque el resto de cosas las puedes leer o te las pueden decir tus amigas o conocidas, pero cuando la usas, empiezas a conocer mejor tu cuerpo y tu propia anatomía Por ejemplo, algunas cosas que he aprendido de la copa han sido que, en realidad, mancho muchísimo menos de lo que pensaba (de hecho nunca la he llenado entera ni estando 12 horas con ella puesta), cómo es el color de mi sangre y lo que significa, que la sangre menstrual no huele nada (“emosido engañadas”), de qué está compuesta la sangre menstrual (agua, células muertas del endometrio, lípidos, células madre, proteínas y hormonas como la progesterona), etc. Además, a raíz de haber “hecho las paces” con mi menstruación, he curioseado más e incluso también me he atrevido también con las bragas, ¡y mancho menos días!. A tope con la menstruación sostenible. 💪
Y hasta aquí este capítulo de “millennial descubre” de hoy. ¡Tocaos mucho y sin miedo, amigas! Y no os rindáis porque cogerle el truquillo es solo cuestión de práctica. Por último, a todas las que os da “asquete” os animo a darle una oportunidad y a probarla un ciclo entero, os aseguro que, una vez que una conoce su propia sangre se quita los prejuicios, derriba barreras y te sientes más limpia, más segura y más “liberada” porque te olvidas de estar esclavizada y pendiente (y también de gastarte los cuartos cada mes).
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