Maximizando...los labios de Carlota Casiraghi
"Esa boca es el espejo del alma. No es genética solamente, es actitud. Es la boca de la monarquía, la boca de los deseos"
Esa boca es el espejo del alma. No es genética solamente, es actitud. Lo digo mientras observo la dejadez con la que posa en los actos oficiales, la desidia con la que aparece entre famosos del cine, del arte, de la monarquía… Todo ese desaliño está cuidado con esmero. Carlota es la it-girl por excelencia. Olvidemos a las demás porque son meras blogueras copiadoras de estilos ajenos. La apatía y desgana con la que aparece la hija de Carolina es lo más seductor que puede ofrecernos.
Carlota Casiraghi Grimaldi es del 86 y con eso está todo dicho. Los chicos de esa generación tienen todo por delante y se les nota en la actitud. “Nos queda tanto”, parecen decir como si nos abofetearan en la cara con su silencio. No saben que también se harán mayores, pero eso ya lo sabemos nosotros.
Maximizo su boca y pienso que Carlota tiene todavía ese punto Cecile de “Buenos días, tristeza”. Lo dije en Vanidad respecto a su hermano Andrea. Otro que tal. Tanto la madre como los hijos guardan ese aura: alegres y frívolos, despreocupados y ociosos, independientes y seductores. Todo eso que les hace parecer al mismo tiempo inteligentes y deliciosamente sensuales y desordenados, vamos: un cool holgazán. Lo mismo sacan la visa oro para pagar el amarre en el puerto, pagar las copas o el papel de fumar para liarse un porro. Es esa dualidad que tienen muchos jóvenes actuales –sin visa oro- porque combinan cuidadosamente todos los complementos Apple en una fingida mendicidad estilosa que va de lo vintage a lo tecnológico. Jóvenes de camisetas desbocadas que se despeinan antes de salir de casa.
Esa es la clave del estilo: despreocupación cuidada. Falso desaliño del que soy fan absoluto.
Pero vayamos a su boca, a la boca de Carlota Marie Pomeline.
La boca de Carlota podría ser la boca de la joven Cecile de Francoise Sagan (vuelvo a la novela). Ese tedio, esa soledad, esa belleza de verano por la Costa Azul entre imprudencias y caprichos caros… Toda esa mezcla que incluye pereza y frivolidad como sacadas de una maravillosa película de Bertolucci, “Soñadores”.
La boca de Carlota es sensual. Está pidiendo besarla, comerla, morderla. Maximizo a lo grande sus labios porque parece que estén a punto de morder una manzana y dejarla crujir entre sus dientes como la canción de Louis Garrel.
Es la boca de la monarquía. La boca de los deseos. La boca imposible de imitar con siliconas. Es también la típica boca que acaba en brazos de chicos feos como siempre pasa con las chicas guapas, Hubertus, Felix, Alex… Definitivamente es la boca que el maestro Berlanga pondría en vertical para imaginar su sexo.
La boca de Carlota es la boca del triunfo. Nada más hay que ver su último spot para Gucci bajo el objetivo de Peter Lindbergh y Frida Giannini. Hay sexo, hay chic, hay indolencia. Y con eso se llega a cualquier sitio. Lagerfeld la comparó con la francesa por excelencia: “me recuerda a Brigitte Bardot” dijo el diseñador. Otra boca rotunda, siempre es la boca… la que abre puertas.