Norma Duval es una institución nacional: miss, actriz, vedette, presentadora, musa del aznarismo, modelo de Punto Roma y próxima concursante de un famoso talent show de cocina. ¡Lo tiene todo! Durante años se ha desgranado toda su vida personal y sentimental en la prensa del corazón pero poco se ha hablado del origen de su nombre artístico… porque Norma Duval se llama en realidad Purificación Martín Aguilera.
La vida de Norma cambió precisamente cuando tomó su nombre artístico. En 1973 ganó el título de Miss Madrid y su carrera despegó. Sin embargo, su nombre oficial no tenía tirón comercial. Fue entonces cuando su primer representante, Fernando Butragueño, decidió rebautizarla como Norma Duval.
Este primer manager, que también había lanzado a Agatha Lys, decidió su nombre inspirado en Marilyn Monroe y “La Dama de las Camelias” de Alejandro Dumas: Norma era el nombre original de Marilyn Monroe y Armando Duval era el coprotagonista de la novela en la que se inspiró “La Traviata”. “Aquel nombre me vino fenomenal y en Francia funcionó muy bien”, recordaba recientemente la artista en Telemadrid.
Purificación, o sea, Norma nació en el seno de una familia militar de férreas convicciones tradicionales. Sin embargo ella desde bien pequeña lo tenía claro: quería ser artista. A su padre ni pizca de gracia le hacía la vocación de la niña pero su madre, en cambio, alimentaba sus sueños de gloria. “Mi padre era muy convencional y mi madre dejó su trabajo para cuidar a sus hijos. En los 50, ella trabajaba en Barcelona con un médico para niños deficientes. Suspendí tres asignaturas en el bachiller y mi padre no me permitió repetir curso. Me dijo “Si lo tuyo no es el estudio, a trabajar”, recuerda.
Fue entonces cuando su madre la apuntó al certamen de Miss Madrid y tras alzarse con la corona debutó en el teatro junto a Carmen Sevilla y en la televisión de la mano del mismísimo Valerio Lazarov. A los 21 años ya era una celebridad absoluta en la España de la Transición y ni corta ni perezosa decidió convertirse en empresaria: Contrató a Giorgio Aresu y puso en marcha su propio espectáculo. Surgió la posibilidad de sustituir a Bárbara Rey en el teatro Lido de Madrid, que lo dejaba para casarse con Ángel Cristo, y lo petó. Fue entonces cuando un cazador de talentos francés la vio y se la quiso llevar al Folies Bergière de París para que se convirtiese en primera figura.
Todo lo que vino después es Historia de España: continuó triunfando en los escenarios y en la televisión. En los años 90 fue embajadora “chic” de la candidatura de José María Aznar a la Presidencia del Gobierno y su vida personal ha ocupado páginas en las revistas del corazón durante los últimos 50 años.
Los habituales de la prensa rosa no se han perdido un solo capítulo de la historia personal de Norma: Su maternidad y posterior divorcio con Marc Ostarcevic, su segundo matrimonio junto a José Frade o su actual e intermitente historia de amor con Mathias Khun. También hemos vivido episodios más amargos como la enfermedad y posterior fallecimiento de su hermana Carla y de cómo se hizo cargo de sus dos sobrinas a las que crió como dos hijas más. Recientemente ha sido noticia porque su hijo Yelko la ha hecho abuela por segunda vez.