Conmoción y desolación en el Reino Unido tras el fallecimiento de su reina, Isabel II. La más longeva de las monarcas europeas y de la historia de la corona británica moría hoy a los 96 años de edad. En sus siete décadas de reinado no han sido pocos los episodios históricos que ha liderado: de la dura recomposición de la nación tras la Segunda Guerra Mundial a los escándalos familiares que en los últimos 30 años han puesto en jaque la imagen de la institución que representa.
La Reina Isabel ha sido durante todos estos años todo un símbolo para el país. Ha ejercido su papel con absoluta profesionalidad y ha sabido modernizar la institución manteniendo el boato que se le presupone a la monarquía más antigua del mundo. Isabel supo que debía modernizar ciertos protocolos desde el primer minuto y se encargó de ello desde su propia coronación, el 2 de junio de 1953, que fue la primera retransmitida en directo por la BBC: veinte millones de británicos se sentaron por primera vez frente a un televisor en los hogares de amigos o vecinos para presenciar la solemne ceremonia.
Los turbulentos años 80 fueron de vértigo para Su Majestad. Comenzaron con la irrupción de un intruso en su dormitorio y acabaron con la crisis sentimental de su primogénito y heredero al trono con Diana de Gales situando a su familia en el ojo del huracán de la prensa sensacionalista.
Los noventa fueron aún peores y ella misma definió a 1992 como su “annus horribilis” en el discurso con que celebró el 40 aniversario de su llegada al trono aunque su auténtica crisis de popularidad llegaría en 1997 tras el fallecimiento de Diana en un accidente de tráfico en París. La reacción de Isabel II, que durante cinco días no apareció públicamente lamentando el triste suceso, provocó la afrenta unánime de la opinión pública.
En los últimos años la Reina Isabel ha tenido que afrontar otras crisis como las acusaciones de abusos sexuales de su hijo el Príncipe Andrés o las falacias y libelos que su nieto Harry ha aireado contra ella auspiciado por su mujer Meghan. En estos casos, sin embargo, el pueblo británico ha cerrado filas con su monarca.
La profesionalidad de Isabel II le ha llevado a tener que soportar la etiqueta de mujer fría y son pocas las ocasiones en las que la hemos visto emocionada en un acto público. La última vez que la vimos en esta situación fue en el funeral de su marido, Felipe de Edimburgo, fallecido en 2021. Ahora es su pueblo el que la llora y lamenta la tremenda pérdida institucional que deja su vacío en el trono inglés.
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