Esther Cañadas, que en marzo cumplió 46 años, no es la misma desde que en 2014 naciese su hija Galia. Criada en solitario, la modelo nunca reveló la identidad del padre de la pequeña. Madre e hija tienen un vínculo especial del que la maniquí presume en privado. Muy celosa de la intimidad de su hija, solo ha hablado de la menor en contadísimas ocasiones.
Galia nació en diciembre de 2014 en la clínica Ruber de Madrid. La niña, que vino al mundo por parto natural y al nacer pesó 3,400 kilogramos y midió 50 centímetros, fue un revulsivo para su célebre madre, que la trajo al mundo cuando realizaba un parón en su carrera a causa de una enfermedad inmunológica: vasculitis.
Aquella dolencia provocó que la modelo aumentase de peso de manera considerable. “Está superada desde hace muchos años, pero no me atrevo a comentar cómo porque era una enfermedad autoinmune extraña, que va y viene… Hay mucha gente que la tiene y se pasa mal. Ha sido una época muy dura, y eso me ha hecho valorar más mis prioridades”, dice.
Para proteger la intimidad de ambas, decidió mudarse a México, donde han vivido hasta hace unos meses: “Mi hija ha podido crecer en la naturaleza. Pero ahora que es más mayor creo que Europa es un lugar todavía mejor. Perfecto para que empiece el colegio".
“Tengo una hija que es como si me hubiera tocado la lotería", dice Esther con una sonrisa de oreja a oreja. La pequeña, añade, es "muy especial y observadora" con una enorme sensibilidad y de la que aprende "todos los días". Cañadas describe a su pequeña como muy “observadora” y apunta que “se da cuenta de todo”.
También añade que “es muy empática, superdivertida, una gozada”, advierte con un notable brillo en los ojos que confirman que es una madre muy orgullosa: “Es un regalo del cielo, de verdad”. A pesar de tener solo una descendiente, Esther Cañadas sorprende al afirmar que “hubiera tenido unos 10 hijos”. Y es que, tal y como cuenta, “me encantan los niños, tengo un instinto maternal enorme”.
En lo que a su vida sentimental se refiere, Esther ha estado casada en dos ocasiones. La primera con el modelo Mark Vanderloo, con el que protagonizó míticas campañas para Donna Karan. En aquel momento, incluso se dudó de que la relación pudiera haber sido un montaje publicitario.
Su segunda boda tuvo lugar en 2007 con el expiloto de Moto GP Sete Gibernau y el matrimonio tan solo duró un año. Tras aquello estuvo prometida con el magnate hotelero Vikram Chatwal y en 2021 se le fotografió con José Barea un guapo arquitecto valenciano.