Este sábado, si no ocurre una nueva hecatombe, Tamara Falcó e Íñigo Onieva por fin serán marido y mujer. El camino hacia el altar de la pareja no ha sido fácil y es que parece que la Virgen María, que tanto protege a la novia, ha estado trabajando a pleno rendimiento para el desposo no tenga lugar. Repasamos todos los infortunios que ha pasado la pareja en su particular vía crucis nupcial.

Tan solo unas horas después de que Tamara e Iñigo anunciasen que iban a casarse explotó la primera bomba: un vídeo grabado meses antes en un festival de música electrónica en el que Onieva aparecía besándose con otra mujer. Acorralado, el novio de Tamara dijo que las imágenes eran de años atrás, pero las mentiras tienen las patas muy cortas y se demostró que eran más que recientes. El engaño quedó al descubierto y Tamara decidió poner fin al compromiso, pero tan solo tres meses después la marquesa anunció que otorgaba al empresario el don de la misericordia y que ambos retomaban sus planes matrimoniales.

Nada más comenzar el 2023, Tamara adelantaba en su revista de cabecera la noticia de la reconciliación al qua denominó "milagro navideño". La pareja quiso mantener la fecha que tenían inicialmente prevista, pero se vieron obligados a posponer el enlace “por causas de fuerza mayor”. La hija de Isabel Preysler se vio obligada a retrasar la fecha nada menos que tres semanas: la boda, que iba a celebrarse el 17 de junio, tuvo que agendarse para este sábado 8 de julio.

 Cuando todo parecía encaminado, una nueva polémica arrasó la ilusión de los novios: muchos invitados mostraron su indignación hacia la pareja por las exigencias que Tamara e Iñigo imponían para acudir a la celebración. Tal y como adelantó Leticia Requejo en 'El programa de AR', Tamara Falcó e Íñigo Onieva reclamaban una "cantidad mínima" como regalo de bodas: un desembolso mínimo de 150 euros para poder ir a su enlace.

La Marquesa de Griñón sufrió a principios de mayo un aparatoso esguince minutos antes de intervenir en el programa de televisión en el que colabora. "Venía corriendo a la tertulia y me gusta llevar unos zapatos un poco grandes y me he caído. He pensado, hombre, aquí venimos todos lisiados cuando hay que venir... Así que, show must go on", contó ante la atenta mirada del presentador y de sus compañeros.

A mediados del mes de mayo el camino de Tamara hacia el séptimo sacramento encontró un nuevo escollo: las diseñadoras que estaban preparando el vestido de novia decidían renunciar al encargo. Las encargadas del atelier bilbaíno Sophie et Voilá publicaron un comunicado en el que afirmaban a tan solo siete semanas del enlace que “nuestra ética empresarial nos impide traspasar ciertos límites que pondrían en peligro la autoría original del diseño”. A 53 días del gran día Tamara se vio obligada a mandar un S.O.S. a Carolina Herrera, que aceptó el reto y vestirá a la Marquesa en su gran día.

La sucesión de problemas que rodeaban el enlace llevó a Tamara a coger unos inconvenientes kilos de más. Con un IMC algo superior al que ella consideraba superior al ideal, la hija de Isabel Preysler se vio obligada a tomar una decisión drástica: programó su ingreso en una conocida clínica adelgazante de Marbella con la firme intención de deshincharse para su gran día.

La asistencia del hermano más mediático de la novia es una incógnita. Según la versión oficial de la familia, Enrique Iglesias tiene fobia a las reuniones sociales: el cantante no puede lidiar con ser observado, mantener conversaciones con gente que no conoce de mucho o estar mucho tiempo en lugares donde se siente incómodo. La trama ha vivido, no obstante, contradicciones: frente a la aparente ausencia inicial, su hermano Julio José aseguró esta semana que sí acudiría.

El pasado sábado, a tan solo siete días del enlace, nos enterábamos del enésimo infortunio de Tamara e Íñigo: Como si fuera una película de acción, tres atracadores armados y disfrazados de Guardias Civiles interceptaron el vehículo en el que unos afamados joyeros trasladaban y un maletín con joyas que iban a ser utilizadas en el enlace. Se trataba de objetos de gran coste, entre ellos collares, pendientes, pulseras y brazaletes de estilo vintage valorados en más de dos millones de euros.

Aunque no estaba invitado, también ha empañado los preparativos del enlace el repentino ingreso hospitalario del que fuera pareja de Isabel Preysler hasta el pasado mes de diciembre: el Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa. Tío Mario, como lo llamaba cariñosamente la novia, ingresó el pasado sábado en la UCI tras contagiarse por segunda vez de Covid.  Pese a la preocupación inicial por su estado de salud, el escritor, de 87 años, ha vuelto a demostrar su fortaleza y pronto podría recibir el alta y regresar a su domicilio.