Los problemas económicos de Dabiz Muñoz: verdades y mentiras sobre sus deudas
Hace unos días saltaba la alarma: “El chef Dabiz Muñoz, completamente ahogado por las deudas”. La noticia saltaba a través de varios confidenciales de Internet, que aseguraban que las empresas del marido de Cristina Pedroche arrastran un patrimonio negativo de más de tres millones de euros.
Por suerte, según aclaraban posteriormente otros medios, el famoso chef ha podido evitar esta situación de quiebra gracias a la amnistía contable que aprobó el Gobierno. Según expertos en Economía y Finanzas, esta nueva medida sirve para que las empresas afectadas por la crisis provocada por la pandemia del coronavirus no tengan que corregir esos desequilibrios patrimoniales hasta finales del año 2024.
Las cuentas de Cristina Pedroche, saneadas
La sociedad en cuestión se llama 'Pig Wings' (algo así como 'Cerdos Voladores') y bajo su paraguas se aglutinan algunas de sus marcas más exitosas, incluyendo el conocidísimo restaurante DiverXo. Sin embargo, las cuentas de su mujer, Cristina Pedroche, parecen estar perfectamente saneadas. “En el banco algo hay, soy muy ahorradora”, contaba en ‘La Resistencia’. Además, la presentadora cuenta con inversiones inmobiliarias en diferentes puntos de la capital.
Cierre del restaurante londinense
Ésta no sería la primera vez que Dabiz Muñoz se enfrenta a problemas vinculados con la liquidez. En diciembre del año 2021 madrileño ya habló abiertamente de sus deudas. En aquel momento, el complicado momento financiero de la pareja le llevó a tuviera cerrar el restaurante que habían abierto en Londres. El negocio no llegó a cuajar en la capital británica como sí había logrado en España.
Dabiz Muñoz y los problemas superados de salud mental
Por otra parte, el cocinero reconoce haberlo pasado mal, pero es consciente de que hay gente en situaciones mucho peores. La salud mental, entre ellas: “Yo antes era incapaz de ‘apagar el botón’. Terminaba de trabajar y seguía ‘encendido’ al máximo. Esas cinco horas que no estaba trabajando eran una locura. Ahora he logrado ‘apagar el botón’ y disfrutar de lo que hago fuera del restaurante hasta límites insospechados”, reconocía hace un tiempo.