La emblemática actriz Mónica Randall, de 81 años, recoge el premio de Honor de los Premios Feroz que se entregan el viernes 26 de enero en Madrid. Actriz imprescindible del cine español (en su filmografía aparecen títulos tan emblemáticos como ‘Cría Cuervos’ de Carlos Saura o ‘La Escopeta Nacional’ de Berlanga), ve reconocida su impecable trayectoria con el galardón que le otorga la Asociación de Informadores Cinematográficos de España. Pero ¿cómo ha sido la vida de la intérprete?
De nombre real, Aurora Julià Sarasa, la actriz vino al mundo el 18 de noviembre de 1942 en Barcelona. Hija, nieta y sobrina única, estudió en un colegio de monjas franciscanas, quiso ser monja y azafata de vuelo. Fue una tía suya que cantaba cuplés la que despertó su vocación interpretativa. Tras finalizar los estudios de bachillerato en el Instituto Francés se matriculó en el Instituto de Teatro y la decisión fue recibida con dramatismo en su, donde consideraban indecorosa la profesión de actriz. Pese a la negativa paterna, no se echó atrás y se pagó los estudios trabajando como secretaria y modelo de publicidad.
Tras recibir aplausos sobre las tablas debutó en el cine con su nombre real con 'La revoltosa' (1963) y, un año después, participó en 'Brillante porvenir', de Vicente Aranda. Fue a raíz de su participación en los ‘spaghetti westerns’ que se rodaban en aquella épica en Italia cuando decidió cambiar su nombre artístico: "Me puse Mónica por Mónica Vitti y me sugirieron Randall entre otros como Hamilton o Smith. Me sonó como a Sabadell, muy de aquí", ha explicado en más de una ocasión.
Célebre por su belleza y su calidad interpretativa, mantuvo en su juventud un romance con un todavía desconocido Joan Manuel Serrat. Posteriormente estuvo unida al productor cinematográfico José Sámano, que la abandonaría por otra mujer de bandera: la mismísima Mercedes Milá.
La hemeroteca arroja datos sobre otros romances más o menos duraderos con importantes nombres de la vida cultural española como José Sacristán, el periodista José Luis Balbín e incluso el actor inglés Jeremy Irons.
Pero lo cierto es que, de espíritu libre, nunca quiso casarse ni tener hijos. En la actualidad no tiene pareja y se muestra encantada: “A partir de un momento dado, te conviertes en una mujer muy autosuficiente. A mí, y a mis amigas divorciadas, ya no nos pesca nadie. Hacemos lo que queremos y no tenemos que dar explicaciones. Mi soledad es querida, y estoy divinamente”, dice.
A pesar de su manifiesta carencia de vocación maternal, Randall sostiene que sí le hubiera gustado tener nietos porque “tiene vocación de abuela”. “A la que veo un bebé, me voy corriendo detrás de él”, comenta con simpatía.
Mónica ha adorado durante toda su vida visitar lugares del mundo. “Desde que tengo memoria, he tenido esta necesidad de viajar. Mis padres me enviaron con catorce años a estudiar a París y desde entonces no he parado, ni siquiera cuando trabajaba o vivía en pareja”, explicaba en 2015. Hace unos meses mantenía ese compromiso: “Mientras pueda moverme y esté bien, continuaré recorriendo mundo”, declaró en 2022.
Retirada de la interpretación desde el 2003, “porque estaba cansada de hacer de mala”, Randall ha triunfado tanto en el cine como en el teatro o la televisión. Actualmente reside en Barcelona, ciudad que adora. Durante toda su vida siempre ha llevado a gala su catalanismo y españolidad y ha asegurado sentir tanta alergia por el nacionalismo como por el matrimonio.