Acuso de brujería y ritos santeros a todas las famosas que voy a desgranar en el artículo de hoy: Han conseguido retar los principios básicos de la naturaleza y son más jóvenes que las hijas que han albergado en sus propias entrañas. Algunas implicadas argumentarán en su defensa que tienen una genética privilegiada, que beben mucha agua y duermen 8 horas. Por el contrario, algunos lectores aducirán que todo es obra de la cirugía plástica. Yo me mantengo firme: Son brujas, hechiceras y santeras; no hay otra explicación posible si queremos atenernos a la lógica y a la razón.
Iniciamos este recorrido brujeril por los platós de la televisión pública, donde encontramos a nuestra primera madre recesiva. La presentadora del magazine matinal de Televisión Española, Mariló Montero (de 49 años de edad) bien podría infiltrarse en la agencia de modelos donde su hija Rocío Herrera, de 20, hace sus pinitos como maniquí. ¡Vaya par de bellezones juveniles!
En las mismas encontramos a Lydia Bosch y a su hija Andrea Molina. La que fuera azafata contable en el ‘Un, dos, tres’ de Mayra bien podría irse de botellón con su primogénita y no desentonar en absoluto en la pandilla de la niña. Mientras la protagonista de ‘Motivos Personales’ supera la barrera del medio siglo, su querubina no llega al cuarto de centuria (tiene 22 años), y viéndolas juntas no se sabe determinar quién es la madre y quién la hija.
La senda por los sortilegios anti-edad podría tener su génesis en un conjuro filipino. Y es que otra de nuestras brujas de la involución proviene de indonesia: La Preysler. Observen cómo la dos veces divorciada y una vez viuda, de 63 primaveras, parece confundirse con sus hijas, de 32 y 25. ¡Pero si parecen las integrantes de Sweet California! (Bueno, ‘Sweet Manila’ sería más acertado).
La disforia de edad no sólo se da entre madres que parecen adolescentes, también encontramos mujeres de edad más avanzada que se confunden con sus hijas cuarentañeras. El caso de Maria Teresa Campos, por ejemplo, resulta clarificador. La presentadora de ‘Qué tiempo tan feliz’ (73 años) cada vez parece más contemporánea a Terelu (49), y como siga rejuveneciendo va a terminar llevando su saloncito de Telecinco a Boing.
En las mismas encontramos el caso de mi amiga íntima Cher (les remito de nuevo a mi cuenta de Twitter para comprobarlo). Si a mis lectores les puede sorprender que la diva neolítica tenga una madre que está aún viva, no saldrán de su asombro cuando la vean. La buena de Georgia Holt, de 88 años, es una mujer tan adolescente como su famosa hija estrella del pop, que tiene solamente 68 años.
Volviendo al corazón patrio, también podemos incluir en este grupúsculo a la sexagenaria Cari Lapique que rodeada de las amistades de sus hijas Carla (31) y Caritina (36) podría hacerse pasar por esa amiga cinco años mayor y fumadora que habita en cualquier pandilla. Me reservo el mismo diagnóstico para Patricia Rato (45 años), que más que una madre, parece la BFF de su hija Isabel, de 20.
Más preocupante es el caso de Madonna, de 56 años, que se busca los novios entre los amigos de su hija Lourdes, de 18 recién cumplidos. Los últimos tres novios de la tonadillera de Detroit rozaban la acusación de perversión de menores por parte de la Justicia Norteamericana que cifra la edad legal en 21 años.
Siguiendo la estela de rubias pop, podemos averiguar que si un día Miley Cyrus (21) tiene diarrea -un suponer- y no puede actuar ante sus adolescentes seguidores, puede pedirle a su madre que le sustituya (55 años). Lo mismo puede hacer Paris Hilton (33) con su madre, Kathy Hilton (55): Viendo una alfombra roja en la que ambas desplegaron sus encantos resulta imposible determinar cuál de las dos es la madre y cuál la hija.