El desposo de tres días de Rocío Carrasco y Fidel Albiac sigue coleando. Todavía con la resaca de la celebración y con las páginas del 'Hola' calentitas con la exclusiva publicada el domingo (la revista ha adelantado su edición del miércoles para dar cuenta del evento), Oteradas repasa hoy las similitudes y diferencias de las dos bodas de la entonces modelo de centro comercial y ahora presentadora de verano.
El estilismo de la novia: barroquismo contra sencillez
Más allá del novio, la gran diferencia entre la boda de 1996 y la de 2016 radica en el estilismo de la novia. Para su primera boda, la hija de ‘La Más Grande’ no escatimó en detalles: vestido de Antonio Ardón de raso y color marfil con una torerita de seda, tres metros de sobrefalda y siete de cola. Para completar el estilismo, la novia lució un postizo elaborado por Ruphert con pelo de princesa peruana, lentillas de color y uñas de porcelana. ¡La fantasía de cualquier tronista!
En su enlace con Fidel, el modelito ha sido elaborado por Hannibal Laguna y la sencillez ha primado. Para su segunda boda Rocío ha lucido un vestido de guipur, entallado, con espalda de tul. El recogido, mucho más sencillo, corrió de la mano de Cheska. Ni rastro de pelucas y apósitos.
Las Campos, fieles a sí mismas
Otro punto en común entre los dos desposos es el de la sempiterna presencia de ‘Las Campos’. Maria Teresa y Terelu, con su característico sentido del estilo, han mantenido cierta fidelidad en sus modelitos nupciales. Incluso han repetido tonalidades: en 1996 Maria Teresa iba en tonos verdes y Terelu en rojos. Veinte años después se han intercambiado los colores.
El precio de la exclusiva
Las dos bodas han saneado considerablemente las finanzas de Rocío Carrasco gracias a las exclusivas pagadas por ‘Hola’. En 1996 la cabecera del saludo pagó 40 millones de pesetas (240.000 euros de hoy). En 2016 la boda también ha resultado rentable, pero algo menos: Según El Mundo, el matrimonio Albiac podía embolsarse por el evento 150.000 euros, una cantidad muy respetable pero sustancialmente inferior.
Terelu releva a Massiel como reina de fiesta
En la boda benemérita de Rocío Carrasco, el protagonismo festivo recayó en Massiel. En la memoria colectiva queda la imagen de la eurovisiva cantante dándolo todo improvisando coreografías con un mantón. En esta segunda boda fue Terelu la que bailó en la pista hasta altas horas de la madrugada.
La familia, presencias y ausencias
En 1996, el clan Mohedano-Carrasco-Ortega-Jurado era una piña. En la primera boda de Rociíto pudimos disfrutar de una estampa familiar hermosa: Rocío Jurado posaba junto a su hija –embarazada de Rocío Flores- Ortega Cano y Pedro Carrasco. En la boda también estaban Amador Mohedano, Rosa Benito, Raquel Mosquera…
La boda del pasado miércoles ha estado marcada por las ausencias. Al fallecimiento de los padres de la novia se añade el distanciamiento familiar: ni sus hijos, ni sus hermanos, Gloria Camila y José Fernando, ni Ortega Cano, ni Raquel Mosquera, ni el ex matrimonio de Amador Mohedano y Rosa Benito aparecieron por allí. Tan solo su prima Chayo y su tío Antonio, que ejerció de padrino, representaron a la familia de la novia. Un día después de la boda, los ‘desterrados’ reaparecieron en público en la procesión de la Virgen de Regla, en Chipiona, de la que Rocío Jurado era devota.
Los invitados de una y otra boda
Más allá de los linajes, las dos bodas han tenido cambios sustanciales en el circuito de los invitados. En la boda con el Guardia Civil, además de Chayos y Rosas, predominaron las amistades maternas: Nieves Herrero, Olvia Valere, Marilí Coll… Entonces acudieron más de 600 invitados.
En el segundo desposo han convidado a 230 personas. El entorno ha cambiado y entre los asistentes han destacado personajes del universo de Telecinco: Nagore Robles y Sandra Barneda, Alba Carrillo, Carlota Corredera, Luis Rollán... Del mundo de las artes acudieron Chenoa, Paulina Rubio y Miguel Poveda. ¡Ah! Y como hija 'adoptiva' de Las Campos que es, no podía faltar en el elenco Juan Peña.
Cambio de vestido y a darlo todo…
Tanto en la boda religiosa de Yerbabuena con el benemérito como en la civil en Toledo con el recién licenciado en Derecho, la novia derrochó amor festivo. Veinte años no son nada para una mujer disfrutona y en ambas celebraciones la novia se cambió de vestido para la fiesta y deleitó a sus invitados con sus ganas de pasarlo bien y bailar.