No todas las famosas son adictas al lifting, al botox, al ácido hialurónico, a los implantes mamarios, a las inyecciones de colágeno y a las demás ofertas de la cirugía plástica. Como ocurría en las historietas de Astérix y Obélix “una aldea poblada por irreductibles celebs resiste todavía y siempre al bisturí invasor”.
Por un lado tenemos el bando de las adictas a la cirugía y defensoras de las grandezas de los quirófanos e intervenciones estéticas. De este grupo pocas confiesan su gusto por la remodelación clínica. Marta Sánchez, valiente, declaraba metafórica al periodista Guillermo Alonso en Vanity Fair “¿Qué prefieres, subir una montaña en bici o en moto? Yo en moto, la verdad. Las que no se operan se lo pierden”. Alaska es otra de las que sale del armario de la remodelación quirúrgica: “Que lo que no me ha dado la naturaleza, me lo de la ciencia”.
Sin embargo hoy nos vamos a centrar en el otro bando. El de las famosas que sostienen que son felices con sus defectos y carencias e incluso hacen bandera de ellos. Una de las más radicales en su postura contra el bisturí es Sofía Vergara que no tiene problema en arremeter contra el abuso de otras compañeras famosas: “Eso que se hacen en las mejillas, como Madonna, terminan pareciendo un bicho raro. No me lo haría nunca”.
Mercedes, Penélope, Maribel…
En nuestro país esta intifada contra los quirófanos también tiene nombre y apellidos. En Mediaset tenemos por ejemplo a nuestra adorada Mercedes Milá a la que la idea de operarse le pone de peor humor que la de fumarse un cigarrito. “Por mucho que os empeñéis no me voy a operar” comenta con frecuencia. A la periodista, además, le encanta destapar clínicas fraudulentas de cirugía plástica en “Diario de”, su programa de periodismo de investigación en Cuatro.
Las grandes estrellas del cine español tampoco están muy por la labor de operarse. Penélope Cruz mantiene que “he visto a mis abuelas envejecer y están tan hermosas. Cada arruga en sus caras cuenta una historia".
Maribel Verdú, por su parte sostiene que "a mí me aterran las operaciones, una vez que empiezas no acabas. Sin embargo, la que fuera protagonista de la serie de televisión 'Canguros' no renuncia por ello a la coquetería. “Es muy raro que yo vaya a pelo, sin maquillar. Al menos tengo que taparme las ojeras y ponerme colorete", dice.
Hollywood dice “no”
En Hollywood también hay actrices (las menos) que deciden no operarse. La mayoría, además, son grandes damas de la pantalla con Oscars en sus saloncitos: Cate Blanchett mantiene que “Si me opero, me divorcio”, Julianne Moore declaró que “Yo no sé porqué las mujeres se ponen botox”.
Julia Roberts tampoco comulga con eso de cambiarse la cara por obra y gracia de la medicina y comenta que “Tu cara cuenta una historia y no debería ser la de cómo fuiste a la consulta del cirujano”.
Entre las más radicales destacan Kate Winslet, que dice que la cirugía cosmética “va en contra de mi moral" y Emma Thomson quien declara que "el botox sería una terrible traición hacia todo en lo que creo. No le veo ningún sentido. Tengo 50 años y pienso ¿por qué no puedo tener 50 años?, ¿qué tiene de malo? Me encantaría poder lavarle el cerebro a todas las mujeres del mundo y explicarles que no importa su aspecto. Es una obsesión insana". Se puede decir más alto, pero no más claro
Las arrepentidas
También hay un grupo de famosas que aseguran estar arrepentidas de haber abusado de las operaciones y los tratamientos. Nicole Kidman aseguraba al diario italiano ‘La Repubblica’ que se había rehabilitado: "Ya no quiero más cirugía. Desafortunadamente, probé el bótox pero ya lo he dejado y ahora puedo volver a mover mi cara de nuevo”.
Otra ex adicta al botox que lo ha dejado es su paisana Kylie Minogue: “Ya no lo hago más, ni siquiera me acerco a eso. Tengo arrugas. Puedes ver las arrugas en mi cara…”. ¡Y bien guapa que está!