En el top de los iconos de hace veinte años estaba con seguridad este nombre: Inma del Moral. Célebre por su papel como reportera en el histórico espacio de Telecinco “El Informal”, esta madrileña fue la gran estrella de las pantallas del cambio de siglo. Su manera de mezclar simpatía e incisividad en sus reportajes creó una escuela que luego replicarían Patricia Conde, Pilar Rubio o Cristina Pedroche. Sin embargo, lleva varios años alejada de los focos, ¿quieren saber qué fue de ella?
Hubo un tiempo en el que todas las revistas del kiosko llevaban su nombre y su foto en la portada: las del corazón por sus romances (especialmente sonado fue aquel que mantuvo con Pedro Ruiz), las de televisión por sus proyectos y las masculinas por su físico: Inma era la chica del momento.
Fue entonces cuando la presentadora decidió desaparecer del mapa para entregarse a una existencia discreta y anónima: a sus 46 años apenas aparece en actos públicos, rehúye de los platós y cuida los productos a los que presta su imagen. En la actualidad tan solo es embajadora de unas zapaterías que llevan su apellido.
Todos estos años en segundo plano le han permitido dedicarse en cuerpo y alma a lo que realmente importa: su familia. Inma está casada desde el año 2003 con Juan Herrera, un operador de cámara que conoció en sus años de gloria mediática; y es madre de un adolescente de 14 años, Tomás.
Los tres viven felices alejados de la gran ciudad junto con un perro bóxer llamado Suárez. Su vivienda, aunque ubicada en la Comunidad de Madrid, se encuentra apartada de la vorágines de la capital y en ella la actriz disfruta de la naturaleza y la vida sencilla en la que cultiva su propio huerto.
La vida rústica y despojada del glamour con el que la conocimos no ha restado un ápice de elegancia a Inma. En sus redes sociales suele colgar fotos casuales a cara lavada que evidencian que mantiene intacto su magnetismo; incrementado, si cabe, por la serenidad que aportan los años y la experiencia.
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