Nada nos gusta más que un famoso doliente. Ver a una celebridad viviendo un calvario sentimental une más a la población que cualquier Pacto de Estado y escribe más páginas de la Historia de un país que un Consejo de Ministros. Hoy repaso con ustedes los momentos más desgarradores de la crónica rosa que, además, convirtieron en iconos y mártires del país a sus protagonistas.

El “Merlos Place” ha situado a Marta López en el centro de nuestros corazones. La España confinada se ha unido como nunca antes lo había hecho para vivir la deslealtad hacia la ex Gran Hermana como algo propio. La humillación pública de la mediática colaboradora la ha convertido en un emblema nacional que ha trascendido diferencias territoriales e ideológicas. Durante los últimos quince días, la nación entera ha clamado al unísono: “Todos somos Marta”.

Las lágrimas de Chenoa frente al portal de su casa en chándal forman parte de la memoria colectiva del país. La triunfita atendía con el alma desgarrada a la prensa y dejaba con su dolor una imagen icónica para los restos. La escena acompañará a la mallorquina toda su vida y también la nuestra.

El 2020 no sólo es el año del Coronavirus, también es el del grito de “Estefaníaaaaa”. Su alarido desesperado tras contemplar la infidelidad de su chica en “La Isla de las Tentaciones” nos sobrecogió a todos y convirtió durante las primeras semanas de este fatídico año en un emblema de la televisión moderna. Porque los hombres también lloran.

El mal de amores no se limita a las infidelidades. Isabel Pantoja deja un legado interminable de momentos plañideros, pero ninguno como el que nos regaló el día del entierro de Paquirri. Su riguroso luto, sus maxi gafas de sol y su dolor y estado catatónico también son Historia de España.

Veinte años han pasado desde la marcha de María José Galera de la casa de Gran Hermano y la escena de Jorge Berrocal llorando su expulsión sigue resultando impactante. “No lloréis, que me voy a casar con ella”, decía el zaragozano mientras sentía como su corazón (y el nuestro) se partía en dos.

Nadie llora y se retuerce como Belén Esteban. La imagen de la diva de San Blas saliendo de “Ambiciones” con su hija en brazos la convirtió en una Madonna (la bíblica, no la de Detroit) de la era contemporánea. Ese momento sirvió para construir el mito televisivo que es hoy en día.

Un trozo de nuestra alma quedó rota para siempre en 2011. La no victoria de Sonia Monroy en la final de “Supervivientes” aquel año provocó en la actriz y cantante un ataque de ansiedad que consiguió traspasar la pantalla. Desde aquel momento nunca volvimos a ser los mismos.

Nadie llora en este país como lo hace Lydia Lozano. La periodista es una mujer de lágrima fácil y rompe en lágrimas por cualquier motivo. Y consigue lo que nadie, que hagamos nuestro su tremendo sufrimiento.

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