Menos reflejos en el pelo y más peinados de verdad.
Querida ministra, empecemos por lo obvio: cuando la Reina Sofía (que lleva 40 años dependiendo del mismo tipo de estilismo: chaqueta y falda, básicamente) arriesga más en la moda que usted, reconocerá conmigo que hay un problema. ¿Acaso la crisis afecta a la variedad en su fondo de armario?, ¿Es parte de la ropa herencia de alguien a quien no queremos mentar?
Pasemos revista: en los premios Reina Sofía la ídem que nunca se despeina ganó el duelo de estilos con un traje de chaqueta verde de cierre asimétrico ante una marea de abrigos azul marino (ojito, en interiores y en abril). Sé que usted lo intentó con su relojito azul neón, similar a los de la colección de 2011 de Swatch, pero el abrigo marinero, la melena al lado y el maquillaje natural no fueron suficientes. ¿Qué tal hubieran estado unos labios rojos? Solo una sugerencia que le hubiera cambiado el estilismo completamente.
También durante la visita a la Fundación Pasqual Maragall la Reina le llevaba ventaja con un traje bordado de flores que destacaba ante su intento de trenca azulona. Justo el mismo estilo en que un tiempo antes casi la había vencido. Fue durante la presentación de Mujeres Por África. En ambas ocasiones la Reina iba vestida de... Reina, y usted de Heidi mayorcita. ¿La solución? Quizá, una vez más, pasaría por añadir un poco de alegría al estilismo y, sobre todo, a esa media melena con mechas que nunca cambia. Fíjese en los cambios que ha vivido Jennifer Aniston con el mismo material.
En la toma de posesión del gobierno, sin embargo, optó usted por un tres cuartos blanco. ¡Qué virginal (como de primera comunión!, ¡Qué buen (re)corte! Se le notaba la emoción por la llegada. Una vez más, fue otra la que se llevó el protagonismo: Fátima Báñez y el modelito rojo pasión. Ese color, por cierto, fue el que eligió para su abrigo en el congreso nacional del partido. Ahí sí sacó la garra, y los vaqueros. Parece que usted se crece en los looks informales. Pero, ya sabemos,las ministras se visten las 24 horas del día, y no solo en los ratos libres. Arriésguese un poco más.