La culpa la tienen los desfiles de primavera, instigados por la modelo Charlotte Free
La culpa la tiene Charlotte Free. ¿Que no la conocen? Pues es una modelo como cualquier otra, pero hace dos temporadas se presentó a los desfiles internacionales con el pelo teñido de rosa y acabó convirtiéndose en primus inter pares. En la siguiente edición de las pasarelas, la que dio lugar a las colecciones de esta primavera, los diseñadores habían tomado nota y estaban poniendo a sus modelos en tonos como azul cielo, blanco o rosa.
La raza celebrity, que no se salta una tendencia, ha tomado nota. En las revistas de moda hemos visto a Lady Gaga, Katy Perry o la mismísima Lourdes Hernández de Russian Red (la semana pasada en SModa) presumir de melena rosada. En la vida real no hace mucho que January Jones ha debutado mechas en tonos pastel y, en terreno patrio, Bimba Bosé también ha debutado cabellera neón (le viene de casta, Lucía Bosé ha tenido el pelo azul desde hace años, sin despeinarse).
Aunque en su día Katy Perry fue la reina del fucsia capilar, ahora se ha rendido al azul pitufo, y anda con su pelo pintado (y, de vez en cuando, extensiones) recorriendo medio mundo. La cantante Pink también engaña a su nombre con unas mechas azuladas y Kelly Osbourne lleva su melena ondulada en un tono violáceo que asegura que odia, pero nunca se quita.
Mientras Rihanna trata de convencernos de que lo ultimísimo son las raíces de autor (ella ya le dio al color hace una temporada) hay quienes mantienen la experimentación con los tintes. Nicki Minaj es otra de las que surgen automáticamente en la cabeza, no duda en cambiar de color de pelo cuando la ocasión lo requiere. Y, según ella, lo requiere constantemente. Pixie Geldof prefiere el naranja zanahoria y la británica Jessie J. experimenta con una peluca violeta. Ya ven que en esta temporada, lo que triunfa es olvidarse de los colores capilares clásicos.