Lo que más triunfa: el básico camel cruzado.
Un año más llega el otoño y con él las prendas de abrigo más codiciadas. Gracias a Christopher Bailey el trench (el de Burberry, firma de la que es director creativo) ha vuelto a pasar a calidad de objeto de streetstyle. La gabardina es de nuevo una prenda codiciada por las fashionistas. Damos un adiós definitivo a la idea de que solo se la ponían ejecutivos con prisa y olor a rancio.
Hace unos años que el trench viene retomando su capacidad de convertirse en fenómeno erótico. Imagínense una Angelina Jolie vestida con un trench. Y nada más. Cualquiera se atreve a dejar volar la imaginación a pastos más salvajes. El modelo de-toda-la-vida (cruzado, en color camel) es favorito de Kate Moss, Miranda Kerr o la mismísima Glenn Close, que se presentó así de estupenda e informal en el Festival de San Sebastián.
También se ha colado en los anuncios publicitarios. Una vez más (a lo Angelina), se declina a modo de prenda sensual. Así vimos a Rosie Huntigton posar para la nueva fragancia de la casa británica, Burberry Body. Definitivamente, muchos hombres querían oler el perfume. ¿Es el trench un buen reclamo? Eso deben pensar también los responsables de la firma London Fog, que han puesto a Nicole Scherzinger a presumir de actitud comprometida (para esta firma ya lo habían hecho Gisele Bündchen en 2009, durante su embarazo, Eva Longoria y su entonces marido Tony Parker y hasta la pelirroja Christina Hendricks).
Pero no solo de Burberry o London Fog vive el hombre. La gabardina Metropolitan Folie de la firma Fay también tuvo su minuto de gloria al convertirse en objeto de deseo de Pippa Middleton (por consiguiente, medio Reino Unido lo quería después) y Kylie Minogue. El precio, 800 libras esterlinas, lo hace poco accesible para el público general. Pero en dos googleazos conseguimos la copia accesible a 80.
Y es que si hay algo bueno que tiene esta tendencia es su capacidad democratizadora. No es necesario desembolsar los 500 euros que costaría el trench más económico de Burberry. En Cortefiel cuestan alrededor de 100 euros, igual que en Mango. En Pull & Bear y Blanco bajan a 39,90 euros. Lo dicho, quien no tiene un trench es porque no quiere.