El trabajo se convirtió en la mejor tabla de salvación para Sonsoles Ónega cuando se hizo pública la noticia de su divorcio en 2020. Un momento complicado para la periodista, que no podía evitar convertirse en noticia tras confirmarse que, cuando se supo de su separación, hacía meses que esta era efectiva.
Ella, siguiendo su habitual manera de afrontar las noticias relacionadas con su vida personal, optó por guardar silencio y dejar que fuera el tiempo el que lo hiciera en su lugar. Así fue, poco a poco recuperó su vida, se ilusionó de nuevo y dejó atrás los momentos menos felices.
Esta etapa coincidió con su papel al frente de Ya es mediodía, un trabajo que no se vio afectado por los cambios en su vida personal, lo que puso de manifiesto una vez más que se trata de una gran profesional.
Tras once años de matrimonio y dos hijos en común, Yago y Gonzalo, la periodista y el abogado decidían tomar caminos separados, una decisión que, según la revista Hola, tomaron de mutuo acuerdo, sin que hubiera terceras personas implicadas en ella. Terminaba así una etapa de sus vidas que había comenzado en 2008, cuando se juraron amor eterno en el pazo de San Lorenzo, en Santiago de Compostela.
Fue una ceremonia emotiva y familiar, los padrinos fueron el padre de la novia, Fernando Ónega, y la madre del novio, Marina Sanz. Familiares y amigos se desplazaron hasta la localidad gallega para poder presenciar este bonito momento entre ellos y no faltaron algunos rostros ilustres, como el periodista Luis del Olmo o la familia Prat.
Tampoco faltaron quienes se convirtieron en los invitados más esperados de la velada, la reina Letizia y su marido, el rey Felipe VI, aunque en ese momento todavía eran príncipes de Asturias. Compañeras de profesión, Sonsoles ha sido siempre una de las amigas más cercanas a la Reina, por lo que no podía faltar en su gran día. Ella había sido testigo en la boda de doña Letizia.
Una vez finalizada la ceremonia religiosa, las celebraciones continuaron en el propio pazo de San Lorenzo, tal y como recogen las crónicas de la época, con un aperitivo en los jardines, una cena preparada por el chef José Manuel Ferradáns, y después, por supuesto, hubo baile.
La novia hizo gala de su sencillez al escoger un vestido en gasa de líneas limpias, falda casi recta y escote palabra de honor. El toque especial lo aportó con un fajín en color verde con el que destacaba su cintura y también llevó un velo de tul y encaje.
Tiempo después, la presentadora revelaba divertida cómo había perdido su vestido de novia tras la boda. “Lo llevé a lavar y planchar, me olvidé, y al cabo del tiempo, ¿y mi traje de novia? Fui a buscarlo, pero el negocio había cerrado”, reveló.