700 invitados, mucho frío y sin orquesta: recordamos la boda de Estrella Morente y Javier Conde
Estrella Morente y Javier Conde se casaron en 2001 en una boda multitudinaria en Granada
La pareja ha formado una bonita familia junto a sus dos hijos: Curro y Estrella
Estrella Morente defiende a su hermano Kiki y a Sara Carbonero: "Tienen derecho a vivir su historia"
Cuando se conocieron Estrella Morente y Javier Conde, él había terminado una relación con Marta Sánchez que había copado titulares en la prensa rosa. Su historia de amor no pudo ser por muchos motivos, pero por suerte la vida le ponía delante una nueva oportunidad de enamorarse, una que no desaprovechó y desde entonces la artista y el torero forman una sólida pareja. También una bonita familia, porque juntos tienen dos hijos, Curro y Estrella.
La boda de Estrella Morente y Javier Conde
MÁS
1.200 invitados, pétalos de rosa y una amistad eterna: recordamos la boda de Vicky Martín Berrocal y Manuel Díaz 'El cordobés'
La cantante de flamenco María Toledo y el torero Esaú Fernández se casan: su preboda en París
Fran Rivera y Lourdes Montes hablan de los "obstáculos" de su matrimonio: "No ha sido fácil"
La pareja decidió que nada mejor que una boda de invierno y el 14 de diciembre de 2001, se juraban amor eterno en la basílica Nuestra Señora de las Angustias de Granada. Javier era conocido por su profesión como matador de toros -así como por sus relaciones pasadas- y tenía 26 años. Se casaba con una jovencísima Estrella Morente, de 21 años, hija del gran Enrique Morente y una gran artista.
Fue una boda de tarde, engalanada por todo lo alto, muy taurina y llena de emoción. El novio, que vistió de corto y con sombrero cordobés, llegó junto a su madre y madrina Charo Becerra, y frente al altar esperó a que llegara la novia; Estrella llegó junto del brazo de su padre, fue recibida por su pareja con un tierno beso en la mano. Les casó el mismo sacerdote que en su día había unido a los padres de Conde.
Nadie quiso perderse esta boda, ni los setecientos invitados, ni los habitantes de Granada, que no dudaron en salir a la calle para ver todo lo que pasaba, pero también para mostrar su cariño hacia los novios. En el momento de la entrada de la novia, los vítores la acompañaron hasta el altar.
La artista lució un diseño de Eduardo Ladrón de Guevara creado para ella, elaborado en terciopelo blanco bordado en seda y rematado en mangas y escote con encaje de bruselas, tal y como recogieron los medios de la época, como la revista Hola, que también destacó que un capote torero hacía las veces de cola y que sujetó el velo, colocado a modo de mantilla, con una diadema de diamantes.
Durante el banquete, la novia cambió sus zapatos blancos por unos rojos y mostró que la falda del vestido ocultaba una enagua de seda con lunares rojos. Tras la ceremonia y la salida de la iglesia, que fue recibida con una lluvia de pétalos, la pareja, ya convertida en marido y mujer, se desplazó hasta el Carmen de Los Mártires, para el coctel, y después pasaron al hotel Alhambra Palace, para la celebración.
Fue toda una fiesta, los novios quisieron compartir con todos sus seres queridos su momento de felicidad y para ello optaron por dejar que la fiesta evolucionara como así lo sintieran, sabedores que entre sus invitados había muchos artistas, prefirieron prescindir de la orquesta y dejar que fueran ellos los que amenizaran la velada. Eso sí, antes de que empezara todo, los novios sorprendieron a los invitados con unas bailarinas que ejecutaron una ‘danza del vientre’.