Poco convencional, cercana y familiar: recordamos la boda de Carmen Lomana y Guillermo Capdevila
La pareja se conoció en un club de Chelsea y fue amor a primer vista: seis meses después se casaban
Carmen y su marido estuvieron juntos más de 20 años, hasta la muerte de Guillermo en un accidente de tráfico
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Hay momentos en la vida que son inolvidables y para Carmen Lomana, uno de ellos es su boda con Guillermo Capdevilla. Así lo demuestran sus redes sociales, donde no solo comparte sus looks y sus tips de belleza, también algunos recuerdos de su pasado.
No es raro que la socialité abra en ocasiones el ‘baúl de los recuerdos’ y regale a sus seguidores momentos clave de su vida, imágenes de cuando era una jovencita con toda la vida por delante, pero que ya hacían presagiar que la elegancia y el estilo en ella no era algo pasajero.
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Ha compartido fotografías junto a su familia y también junto a quien fue su marido, Guillermo, que fallecía a los 51 años en un accidente de tráfico en 1999.
La boda de Carmen Lomana y Guillermo Capdevila
La pareja se conoció en un club nocturno de Londres, se enamoraron y decidieron sellar su amor con una boda celebrada en Llanes el 13 de diciembre de 1974, un enlace que Carmen todavía recuerda con cariño y con cierta nostalgia, pues se ha referido a Guillermo como el amor de su vida en muchas ocasiones.
Lomana ha contado que lo suyo fue un flechazo, ella tenía 22 años y Capdevilla uno más. Debe ser cierto porque la boda se celebró solo seis meses después de que sus caminos se cruzaran por primera vez. “La mía fue una boda poco convencional, pero muy cercana, muy familiar, muy de verdad”, recordaba la propia Carmen para Vanitatis.
La pareja vivía en Londres en esa época, pero parece que Carmen tuvo claro desde el principio que su enlace se celebraría en Asturias, una tierra que para ella es especial. Parte de su familia materna es de la zona y en este lugar pasó muchos veranos durante su infancia, creció, vivió sus primeros amores… Toda la boda tuvo que organizarla a distancia.
“Como la boda era a las cinco de la tarde, ese mismo día fuimos con nuestros amigos a almorzar una fabada al restaurante Casa Canene muertos de risa, pues yo iba con los rulos en la cabeza”, comentaba divertida en declaraciones para el citado medio.
La ceremonia, celebrada en la iglesia románica de Llanes, fue tranquila, los novios se mostraron relajados y felices y, según reveló la propia Carmen, el momento de mayor emotividad para ella fue cuando entró a la iglesia del brazo de su hermano, que era el padrino, y vio a Guillermo esperándola.
Fue una boda sencilla y familiar, en la que la gran protagonista fue la pareja y para la que Carmen quiso lucir un vestido muy especial de estilo victoriano, obra de la diseñadora inglesa Marisa Martín. Con cuerpo ajustado y cinturón de seda bordado, la parte superior destacaba por sus encajes y su cuello alto, ideal para una boda de invierno. La falda llevaba varias capas de encaje y tul. Como ramo, dos rosas rojas.
El destino para su viaje de novios, lo tuvieron claro: “Yo quería mostrarle a Guillermo la ruta de Castilla, continuamos viaje por León, Zamora, Ávila, donde, por cierto, nos pilló una nevada descomunal, y después, Madrid. Para rematar con unos días de mar en Jávea. Fue maravilloso”.