Los invitados a una boda, generalmente tienen poco que hacer antes y después de la misma, y a lo largo del gran día su principal cometido es disfrutar y acompañar a la pareja. Pero hay algunas personas que desempeñan una función especial practicamente desde que se comunica el enlace, y que el día de la boda tienen un gran protagonismo, solo superado por los novios. Nos referimos a los padrinos y a las madrinas, y hoy nos vamos a ocupar de los primeros, en cómo se eligen y cuál es su papel en un día tan señalado.
Los padrinos, en los enlaces tradicionales, destacan por ser los encargados de acompañar a la novia al altar, ya sea una boda civil o religiosa, y era un puesto que solía ocupar el padre. Esta tradición solo se rompía cuando el padre de la novia había fallecido o las relaciones no eran buenas. En ese caso se elegía a un familiar o a una persona, generalmente hombre, muy cercana a la novia y a la familia. A día de hoy, esta sigue siendo la opción más recurrente, pero los tiempos han cambiado, y ahora, lo más importante es que la persona que acompañe, tanto al novio como a la novia, sea una persona que consideramos especial.
Por otro lado, están los padrinos del novio, que no tienen porqué coincidir con el padrino de la novia, y que también van a tener un papel muy importante en todo lo que concierne a la boda. Son personas elegidas para ser las acompañantes de un largo proceso que culmina en el “día b”, algo que es todo un honor y que exige estar a la altura de las circunstancias.
Si el padrino es alguien muy cercano al novio, o hay un padrino elegido por este para ser su compañero en este viaje que le llevará al matrimonio, su primera gran función es organizar la despedida de soltero. Esto requiere de voluntad y organización, porque habrá de conseguir localizar a todas aquellas personas que el novio querría tener en su despedida, y es posible que no todos sean cercanos o conocidos para él. Además, a la hora de planificar la fiesta, no puede descuidar hacerlo según los gustos del novio, no los suyos. Es su gran fiesta y tiene que esta planificada de tal manera que nos aseguremos que va a ser inolvidable.
Otra de las misiones del padrino, siempre que el novio quiera, es acompañarle a elegir el traje y ayudarle a decidir. Del mismo modo, es muy posible que el novio también quiera acompañar al padrino a elegir el traje, ya que va a ser el de uno de los protagonistas del día.
Llega el gran día, y para un padrino supone casi tanta emoción y nervios como para los novios, ya que algunos de los momentos más relevantes de todo lo que va a acontecer recaen en él. Para empezar, la entrada de la novia al recinto de la ceremonia es uno de los grandes momentos de cualquier boda. Todo el mundo está deseando verla llegar y todas las miradas se ponen en ella… y en quien la acompaña, que no es otro que el padrino. Acompañar del brazo a la novia en ese momento, es un acto cargado de emoción, orgullo y responsabilidad, y que colocan al padrino es un lugar tan importante que es habitual que el resto de invitados se acerquen en algún momento a darle la enhorabuena.
Los padrinos también asumen un encargo de gran importancia: custodiar los anillos de la boda y hacer entrega de ellos en el momento preciso. De nuevo tienen un papel importantísimo en uno de los grandes momentos, el intercambio de anillos, en el que demuestra la confianza que han puesto en él para ser el encargado de hacerlos llegar hasta ahí sanos y salvos.
Terminada la ceremonia, el padrino aún tiene mucho que hacer, y cada una de sus acciones van a estar cargada de protagonismo. Está cada vez más extendida en nuestro país la tradición de que el padrino, además de hacer un brindis en honor a los novios, pronuncie un discurso acerca de ellos, de cómo ha sido su relación y qué papel ha tenido él en su historia de amor, o cómo la ha vivido. Evidentemente esto es algo muy difícil de improvisar con éxito, y seguramente el padrino empiece a pensar en cuáles van a ser las palabras que pronunciará ese día con mucho tiempo de antelación.
Finalizando el banquete, le corresponde ayudar a los novios a hacer entrega a los invitados de su regalo de recuerdo. Para ese momento ya todos saben quién es el padrino, y es una buena ocasión para dedicarle algunos minutos a muchos de los invitados, y comprobar que todo está transcurriendo como se espera.
Pero la fiesta no ha terminado, y aún le está reservado al padrino uno de los grandes momentos de la celebración: tras el baile de apertura, protagonizado por los novios, llega un segundo baile protagonizado por el padrino y la novia, que no tiene nada que envidiar al primero en cuanto importancia y emoción.
A partir de ese momento, en principio, el padrino habrá terminado sus funciones, pero el fondo, no será capaz de dejar de estar pendiente de que todo vaya bien porque, de alguna manera, también es su gran día.