Meghan Markle ha querido combinar su traje de novia con un discreto recogido en moño, velo y tiara.
La tiara de filigranas, que ha sorprendido porque todos esperaban que llevara la de Diana de Gales, perteneció a la reina María, abuela de Isabel II y madre del Rey Jorge VI.
En cuanto al larguísimo velo, es una pieza que representa los diseños florales de los 53 países de la Commonwealth.
Madre e hija han llegado en coche, muy sonrientes, saludando a los ingleses agolpados a las puertas de la capilla. Doria, madre de la novia, ha apostado por el tono verde pistacho para el traje y el tocado.
Meghan dijo que lo haría y lo ha hecho: ha ido acompañada de su cómplice, su compañera, una mujer de 62 años, profesora de yoga y residente en Los Ángeles que siempre ha estado al lado de su hija en sus 36 años de vida.
Como supimos hace pocas horas, el padrino que la llevaría del brazo al altar ha sido Charles, el padre del novio y no su padre, que no acudirá a la boda. De hecho, la propia Meghan tuvo que dar su versión de los hechos, y dijo "siempre he cuidado de mi padre".
La pareja que será matrimonio dentro de pocos minutos, con emoción y alegrías visibles, se situaban frente al altar de la capilla de San Jorge a escuchar las palabras del cura. Dorian, la madre de la novia, se sentaba en su segundo plano en un estrado del lado de su hija y seguía atentamente la ceremonia, con mucha emoción.
La boda en la capilla San Jorge sigue su desarrollo ante la atenta mirada de los 2600 invitados, que desde las 9.30 de la mañana hora local (10.30 hora española) llegaban al lugar del la ceremonia.