Diez miembros de la realeza que renunciaron a su título por amor
Inés GutiérrezMadrid
Harry y Meghan Markle.
Renunciar a los títulos por amor suena a algo del pasado, pero algunos casos son muy recientes
El caso de Eduardo VIII es uno de los más sonados, dejó el trono para casarse con Wallis Simpson
¿Por qué el príncipe Harry sigue conservando sus títulos a pesar de todos los escándalos?
El amor es una de las fuerzas más poderosas que existe y, en ocasiones, es el motor que se necesita para tomar decisiones complicadas. Así sucedió con el príncipe Harry quien, con Meghan a su lado, tuvo la fortaleza que necesitaba para alejarse de su familia y dejarlo todo.
Una historia de realeza moderna que pone de manifiesto que, cuando encuentras a la persona correcta, no hay nada que se interponga en el camino. Por mucho que este sea uno de los casos más recientes, Harry no fue el primero en dejar su título por amor y tampoco es quien ha tenido que hacer la renuncia mayor. Recordamos otros casos.
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Miembros de la realeza que renunciaron a su título
- Comenzamos por Meghan y Harry porque es uno de los casos más recientes. Su decisión no solo les ha alejado de la familia real británica, física y emocionalmente, también ha traído una gran controversia, con acusaciones de racismo incluidas. Esta historia todavía se está escribiendo, por lo que solo el tiempo dirá cómo acaba.
- Harry no ha sido el primero, como decíamos, ni siquiera dentro de la monarquía británica. De hecho, el tío de Isabel II, Eduardo VIII, lo dejó todo para poder casarse con Wallis Simpson, divorciada en dos ocasiones. Fue Rey menos de un año y renunció al trono por ella. Le sucedió su hermano, Jorge VI y, tras su muerte, la reina fue Isabel II.
- Hasta Carlos III, Inglaterra llevaba mucho tiempo sin Rey, porque el marido de Isabel II nunca lo fue, sus orígenes no eran ingleses y eso hacía imposible el título. Para poder casarse con Isabel tuvo que convertirse al anglicanismo y, sobre todo, renunciar a sus títulos griegos y daneses.
- El tristemente fallecido Friso de Holanda tenía claro que Mabel era la mujer de su vida y con ella quería casarse. Para que no hubiera impedimento, renunció a su puesto en la línea de sucesión al trono. De ella se decía que podía haber sido espía y que había tenido relación con un narcotraficante.
- La primera mujer de Joaquín de Dinamarca, Alexandra Manley, siguió siendo princesa y miembro de la familia real Danesa tras el divorcio, pero renunció a ello por amor, cuando decidía casarse de nuevo, esta vez con Martin Jorgensen, de quien se separó en 2015. Dejó de ser princesa, pero conserva el título de condesa de Frederiksborg.
- Con su boda en 2005, la princesa Nori dejó de existir como tal, renunciando a todos sus derechos, obligaciones y títulos. La hija pequeña de los emperadores de Japón se enamoró de un hombre que no era miembro de la realeza y eso hizo que perdiera su condición de princesa y pasara a ser una plebeya conocida como Sayako Kuroda.
- El actual rey de Suecia era el heredero legítimo al trono, pero fue su hermano pequeño, Sigvard de Suecia, quien fue despojado de todos sus títulos y borrado de la línea de sucesión al trono cuando, a los 27 años, mientras se planeaba su boda con la princesa Juliana, se dio a la fuga y se casó con la alemana Erica Maria Patzek.
- La princesa Mako de Japón anunció en 2017 su intención de casarse con el hombre del que estaba enamorada, Kei Komuro, un plebeyo a quien había conocido en la Universidad y con quien llevaba saliendo desde 2012. El momento de la boda marcaría también su renuncia a su título de princesa, tal y como sucedió en 2021.
- No todos los amores son románticos, en el caso de la reina Beatriz de Holanda pudo su amor por el pueblo, pero también el amor por su hijo. Renunció a la corona y abdicó en nombre de su hijo, Guillermo Alejandro, quien ascendió al trono con su esposa Máxima a su lado.
- Del mismo modo, podríamos considerar que el amor propio fue lo que llevó a Diana de Gales a divorciarse y, de este modo, renunciar al trono, que por matrimonio habría acabado siendo suyo. Perdió la categoría de Alteza Real, pero conservó el título de princesa de Gales y, tras su muerte, se le honró con un funeral casi de Estado, con un acto multitudinario en la Abadía de Wetsminster.