Los primeros compases del 2024 han venido cargados de obstáculos e imprevistos para la familia real británica. Por encima de todo, en lo que se refiere a la salud de dos de sus miembros principales, el rey Carlos III y la princesa de Gales, Kate Middleton, que fueron diagnosticados de cáncer con apenas semanas de diferencia. Si la reina Isabel II se refería a 1992 como su particular annus horribilis, el actual monarca podría hablar de este como su año más complicado. En una de sus apariciones recientes tras haber retomado su agenda, ha hablado de su enfermedad, revelando una secuela de la misma que está experimentando.

A mediados de enero se anunció que el rey inglés tenía que ser intervenido de un tumor benigno debido a un problema en la prostata. La operación finalizó con éxito, como se reportó entonces, pero unos días después, se confirmó el diagnóstico de cáncer, que se le detectó durante la cirugía. No se especificó la tipología del mismo ni a qué órganos afecta, aunque sí se aclaró que no era de próstata. Pronto comenzó un tratamiento, retirándose a un segundo plano, comenzando a ser sustituido por su primogénito, el príncipe Guillermo, y su mujer, la reina consorte Camila.

La situación se complicó para la monarquía británica cuando al suyo se sumó el diagnóstico de Middleton, con una gran repercusión mediática debido a la crisis de comunicación generada en las semanas previas. Por eso, el aviso, hace un par de semanas, de que Buckingham Palace anunciaría novedades sobre la figura del jefe de Estado provocó gran expectación. Finalmente se anunciaron buenas noticias: que el rey retomaría su agenda pública, aclarando de esta forma su situación actual.

Sobre ello ha redundado ahora el monarca durante uno de sus primeros actos oficiales en esta nueva etapa, plagada de citas. Ha sido durante un acto en el que ha compartido de nuevo protagonismo con el heredero al trono, la entrega del padre al hijo del cargo de Coronel en Jefe del Cuerpo Aéreo del Ejército (que hasta ahora ostentaba el rey). Durante la jornada en Middle Wallop, Hampshire, Carlos y Guillermo han pasado tiempo juntos en los momentos más institucionales, pero también durante los más relajados, como la visita al Museo de Vuelo del Ejército.

Ha sido entonces cuando ha escuchado la historia de un soldado que, como él, padece un cáncer, en este caso de testículo. Y en conversación con este, ha revelado que, como él, padece una secuela de la enfermedad. Se trata de la pérdida del sentido del gusto, un efecto secundario habitual de los tratamientos contra el cáncer. Se trata de un hecho excepcional, habida cuenta de que son muy escasas las menciones públicas que suele hacer la familia real británica sobre su salud (actualmente, de hecho, todavía se desconoce qué tipo de cáncer padece).