En muchas ocasiones, tanto Felipe VI como su mujer, Letizia Ortiz, suelen dejar anécdotas de lo más significativas y espontáneas en muchos de sus compromisos oficiales. En muchos de los actos a los que acuden, dejan claro que sienten una gran debilidad por los niños y niñas. Ahora, en un viaje a El Campello, Alicante, el único hijo varón del rey Juan Carlos y la reina Sofía, ha dejado un emotivo momento con un menor de edad. ¡Te contamos todos los detalles!

Este lunes 10 de febrero, Felipe VI ha viajado hasta El Campello, Alicante, junto a varios representantes de partidos políticos para rendir homenaje al escritor Rafael Altamira, cuyos restos mortales han sido repatriados desde México.

El monarca ha estado presenta para apoyar y arropar al entorno más cercano -primordialmente a su mujer, Pilar Redondo- del humanista "liberal republicano condenado al exilio".

Como es habitual en Felipe VI, además de estar presente en este acto homenaje al escritor, no ha dudado en acercarse a las personas que lo han recibido entre aplausos y a los ciudadanos alicantinos que también han acudido al tributo de Altamira.

Entre muchas anécdotas de su acto oficial, el monarca no ha dudado en acercarse a un hombre que tenía cogido a su hijo -entre muchos otros niños que también han estado presentes-. Ha sido cuando, entonces, el progenitor de la futura heredera al trono, no ha dudado en acariciar el rostro del menor de edad.

No es la primera vez que el rey Felipe VI deja una estampa así. Sabida es la debilidad que tienen los reyes de España con los niños. De hecho, el pasado mes de abril, el hermano de las infantas Elena y Cristina acudía junto a su mujer a Gran Canarias con motivo de los Premios Nacionales de Innovación y Diseño, donde dejó una anécdota de lo más divertida con una niña.

Todo sucedió cuando los monarcas acudieron a un grupo de personas que estaban, por motivos de seguridad, tras una valla para estar presentes en la visita de los reyes de España. Fue entonces cuando Felipe VI se acercaba a una niña para darle la mano y saludarla. No obstante, en lugar de recibir por su parte otro gesto con la mano, ella le propinaba un pellizco. Una acécdota que arrancaba la risa al monarca.

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