La infanta Elena ha comenzado el 2025 con una agenda de lo más activa. Ayer, la primogénita del rey Juan Carlos y la reina Sofía, quien a finales de diciembre cumplió 61 años, viajó a Jerez de la Frontera para presidir la inauguración de la XX Semana de la Prevención de Incendios, organizada por la Fundación Mapfre en colaboración con los bomberos de la ciudad. En su papel como directora de proyectos de la fundación, doña Elena quiso dar ejemplo y se convirtió en la gran protagonista de la jornada con una actitud que sorprendió a todos los presentes.

La hermana del rey Felipe VI, que hoy celebra su 30º aniversario de bodas, no solo asistió como invitada de honor, sino que decidió involucrarse de lleno en las actividades programadas. Con un look sobrio y elegante de pantalón estilo ‘bootcut’, un suéter de cuello alto y una blazer gris, doña Elena dejó imágenes inesperadas durante su participación en un simulacro de incendio, demostrando su disposición a sumarse a todo tipo de iniciativas.

Si algo quedó claro en la inauguración de la XX Semana de la Prevención de Incendios en Jerez es que la infanta Elena no dudaría en actuar en caso de incendio real. Durante la jornada, se sumó a un simulacro en el que, siguiendo las instrucciones de los bomberos, tomó un extintor y sofocó un pequeño fuego, recibiendo el aplauso de los asistentes al lograr extinguir las llamas con éxito.

Pero la hija del rey Juan Carlos fue aún más allá. Para completar la experiencia, se animó a entrar en un hinchable diseñado para entrenamientos de emergencia y, acompañada por dos bomberos, se lanzó por un tobogán rodeado de humo. La infanta descendió entre risas y cayó en una colchoneta con evidente entusiasmo, asegurando después que dentro del simulador no se veía "nada".

Su espontaneidad contagió a la alcaldesa de Jerez, María José García-Pelayo, quien decidió seguir su ejemplo y repetir la prueba. Ambas chocaron las manos al finalizar, demostrando que habían superado el reto con éxito.

Hoy se cumplen 30 años del matrimonio de la infanta Elena con Jaime de Marichalar, un enlace que marcó un hito en la historia de la monarquía española. El 18 de marzo de 1995, Sevilla fue el escenario de la primera boda real celebrada en España desde la de Alfonso XIII en 1906, es decir, desde hacía casi un siglo. La expectación era máxima en un país que, por primera vez en democracia, presenciaba un acontecimiento de esta magnitud con la monarquía en su etapa de mayor popularidad.

La catedral de Santa María de la Sede acogió la ceremonia con más de 1.500 invitados, entre los que se encontraban representantes de 39 casas reales y figuras políticas internacionales. Entre ellos, Beatriz de Holanda, Rainiero de Mónaco junto a su hijo Alberto, el príncipe Carlos de Inglaterra y la reina Noor de Jordania.

El enlace también estuvo marcado por anécdotas, como la llegada del novio, cuyo coche se detuvo en la entrada equivocada, obligándole a recorrer a pie parte del trayecto hasta la iglesia. La elección de Sevilla no fue casualidad, ya que la infanta Elena siempre sintió un vínculo especial con la ciudad, al igual que su abuela, la condesa de Barcelona, quien vivió allí durante años.

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