Quince años tiene ya su amor. Letizia Ortiz y Felipe de Borbón celebran su quinceavo aniversario de boda real este 22 de mayo y, aunque no sabemos cómo lo celebrarán (han blindado su agenda oficial), nosotros lo hacemos por ellos recordando los momentos más top del enlace. Esos que, de haber existido Twitter, habrían dado lugar a unos cuantos memes o 'trending topics' y que (con más motivo que nunca) habríamos acompañado del 'hashtag’' #HistoriadeEspaña. Y sí, claro, entre ellos está la patada de Froilán.
La obsesión de todos los novios de España es que no llueva en su boda. Pero la meteorología no entiende de privilegios y a los entonces futuros reyes se les pasó el día por agua. Felipe y doña Sofía consiguieron escapar a su entrada a la iglesia, pero a Letizia el coche le llegó pasado por agua. El 'fandom' real no se resistió y se echó a las calles igualmente para verlo paraguas en mano.
Así se puede interpretar al menos. Manuel Pertegaz le cobró a la Casa Real por el icónico vestido 6.000 euros. De seda natural, con bordados en hilo de plata fina y con cuatro metro y medio de cola, cualquiera que se haya acercado alguna vez a una tienda 'bridal' sabrá que no salen las cuentas. La pieza puede verse de cerca en el Palacio de Aranjuez.
Fue la misma que llevó la reina Sofía en su boda. ¿Quién iba a decir que años más tarde Letizia desafiaría ese "ejemplo impagable" con el famosísimo 'feud' vivido en Mallorca?
Tradición desconocida para el común de los mortales: el novio haciendo un regalo para que la novia lleve en la propia boda. Fue el caso de Felipe con Letizia, que le regaló el velo que llevó. Sus suegros, los reyes eméritos, Juan Carlos y Sofía, le regalaron los pendientes.
El primero, cuando Letizia llegó al altar, en la mejilla. El segundo y más comentado, en el balcón, ya como marido y mujer y con una evidencia: Ortiz estaba visiblemente muerta de vergüenza y de nuevo el beso fue a parar a la mejilla. El tercero, no tan conocido, fue el que Felipe le dio durante su brindis y en el convite ante más de 1.200 invitados. ¿En los labios? No, en la frente.
Menchu Álvarez, locutora de radio, fue la encargada de hacer una recordada lectura de la primera Carta del apóstol San Pablo a los Corintios en plena ceremonia. "Si no tengo amor, no soy nada".
Una pantalla gigante retransmitía a las puertas de la iglesia lo que ocurría dentro. La marea de paraguas se reunía para verlo a pesar del tiempo.
En esa pantalla en tamaño XXL y en todos los hogares pudo verse la patada que Froilán, que encabezaba el grupo de pajes y damas de honor, le propició a Victoria López-Quesada Borbón Dos Sicilias, su prima e hija del infante Carlos.
Los niños no entienden de protocolo. Prácticamente a rastras pudimos ver a Juan Valentín, primer hijo de Cristina e Iñaki, por la escalera de entrada a la catedral de la Almudena y ya en su interior, gateando hacia el altar. Los niñeros contratados para el momento le frenaron.
A pesar de las travesuras de los niños, Letizia estaba encantada. Estas fueron las palabras que le susurró a Felipe en su encuentro en el altar.
Mientras al común de los mortales se les echa arroz tras pasar por el altar, los novios, además del aguacero, hicieron su salida de la iglesia bajo el Arco de Honor que los compañeros de promoción de Felipe hicieron con sus espadas.
Simbologías y realeza no es una relación nueva. Constancia de ello dejó Letizia con su ramo en el que nos faltaban los ‘mensajes’ para todo el mundo. Lirios, emblema de los Borbones (que aparece en su escudo), flor de manzano, en honor al Principado de Asturias y espigas de trigo, que evocan a las fertilidad y a la alegría.
En su chaqueta del uniforme del Ejército de Tierra, tres detalles: las grandes cruces del Mérito Militar, Naval y Aeronáutico, el collar de la orden del Toisón de Oro, la gran cruz del collar de la orden de Carlos III.
Ya casados, los novios salieron de la catedral de la Almudena rumbo, primero, a hacer una ofrenda a la Virgen de Atocha, y después al convite en Zarzuela. Como la lluvia seguía pegando fuerte, lo hicieron en el mismo Rolls Royce negro en el que llegó Letizia, saludando a la multitud tras los cristales y bajo el techado transparente.
Dolorosa cifra la que salió de las Arcas del Estado para pagar tal evento. Reconocido por algunos como una inversión por la imagen que se dio de Madrid. El tremendo gasto, del cual nueve millones se destinaron a decorar la ciudad ('wedding planner' a lo grande), siete en seguridad (sí, más en flores que en seguridad) y 250.000 euros en comida. El catering corrió por cuenta del restaurante Jockey (ya extinto).