Es inevitable ver a una persona y sacar un parecido con alguno de sus antepasados. Además, esa opinión es más aún inevitable cuando la protagonista es famosa. Y, sobre todo, cuando es protagonista es la heredera al trono de nuestro país, la princesa Leonor.
A simple vista podemos decir que la joven tiene un gran parecido con su padre, pero si ahondamos un poco más en su árbol genealógico nos damos cuenta que es una copia exacta de su tatarabuela, Victoria Luisa de Prusia. Pero, ¿quién fue la princesa prusiana y duquesa de Brunswick?
Victoria Luisa fue la única hija de los siete niños que tuvo el káiser Guillermo II, emperador alemán, y su mujer, Augusta Victoria. Además, su padre era nieto de la reina Victoria de Inglaterra, una de las royals más influyentes del mundo.
Victoria nació en 1892 en Postdam, justo cuatro años después de que su padre se hiciera con el trono. Pasó una infancia y una adolescencia feliz y en 1912 llegó a la corte el príncipe Ernesto Augusto, heredero de la casa de Hannover, que le pidió la mano de Victoria Luisa a Guillermo II. La boda se llevó a cabo en Berlín y fue un impresionante enlace que se celebró el 24 de mayo de 1913.
Esta unión, además de especial para los novios, también lo fue para la sociedad en general. De este modo, se puso fin a la mala relación entre la casa de Hannover y de los Hohenzollern. Además, la boda se convirtió en uno de los mayores eventos que se celebró justo antes de la Primera Guerra Mundial.
Victoria y Ernesto tuvieron cinco hijos y una hija, Federica, que se convirtió en reina. Sí que es cierto que la familia no pudo disfrutar de su vida ya que les pilló la I Guerra Mundial y tuvieron que exiliarse, recalando en Austria. En 1938 nació la primera hija de Federica, una niña a la que llamaron Sofía y que en 1962 se casó con Juan Carlos, heredero al trono de España.
En 1953 falleció su marido y es cuando comenzó una de las mayores batallas para Victoria Luisa. Tras la muerte de Ernesto, sus hijos se enzarzaron con su madre en una guerra por la herencia. Así, la relación entre ellos se volvió especialmente tensa. Tanto es así que no estuvo invitada a la boda de su nieta Sofía de Grecia, a pesar que esta lució una tiara que le había regalado su padre.
Sus últimos años de vida los dedicó a escribir y en 1980 fue ingresada en un hospital de Hannover. Allí falleció el 11 de diciembre. Su funeral se celebró en la Catedral de Brunswick y asistieron los distintos representantes de las casas reales europeas, como la reina Sofía y su hija Elena y, también, la reina Federica.