La Navidad es una época de regalos. Familiares, amigos e, incluso, compañeros de trabajo o jefes, pueden sorprendernos con un inesperado detalle. Hasta ahí todo es ilusionante, pero el problema surge cuando no sabemos cómo reaccionar al recibir un regalo que no nos gusta. ¿Debemos ser sinceros?¿Es preferible fingir y no decepcionar a la otra persona? Esas y otras preguntas se amontonan en nuestra mente cuando retiramos el papel de regalo y sentimos la decepción ante nuestros ojos. Queremos ayudarte a pasar el mal trago con estos consejos.
Independientemente de lo que hagas a continuación, las palabras de agradecimiento son las primeras que deben salir de tu boca. Aunque la otra persona no haya acertado con el regalo, ha invertido tiempo y dinero en conseguirlo para ti, y eso es más que suficiente para que reciba un sincero “gracias” de tu parte.
El consejo más adecuado que podríamos darte es que seas sincera a la hora de decir hasta qué punto han acertado o no con tu regalo. Pero esta afirmación tienes matices y reservaríamos la sinceridad para aquellas personas a las que no vas a dañar con tus palabras o con las que tienes la suficiente confianza. Decir educadamente que el regalo no va contigo o que dudas mucho que lo vayas a utilizar es del todo correcto.
Ahora bien, hay ocasiones en las que es mejor fingir ilusión por el presente y dejar que la otra persona crea que ha acertado en su elección. Puedes aplicarlo a personas que no ves a menudo, familiares que están de visita, personas del trabajo… Se trata de gente que no va a comprobar si usas o no el jersey o collar, o si has puesto esa figura horrible de porcelana en el salón de tu casa. De hecho, es muy posible que no vuelvan a hacerte un regalo en mucho tiempo, así que tampoco merece la pena hacerles sentir mal por ello.
Si has optado por la vía del disimulo, hazlo bien. Tras dar las gracias por el regalo, céntrate en un detalle del mismo y destácalo: su color, su utilidad, su originalidad… Alábalo y no te excedas en los cumplidos sobre el mismo para que no termines por delatarte a ti misma.
Cambiar los regalos está a la orden del día. Si te han traído el presente de otra ciudad o país, o es una pieza de artesanía, ni te molestes en preguntar. Pero si es algo que pueda venir acompañado de un ticket para cambiarlo o devolverlo, no dudes en pedirlo. No tienes por qué evidenciar que lo vas a cambiar en cuanto te sea posible, pero sí puedes dejar una sugerencia del tipo “por si luego veo que no me queda bien” o “por si tienen uno parecido a este que estaba buscando”. En cualquier caso, no te excedas en las explicaciones.