Para conseguir un ambiente determinado, la mayoría de las veces se suele empezar y terminar con la compra de algunos muebles y nada más. Pero ¿es eso suficiente? Si ves que el resultado no es el que esperabas, es posible que haya que reforzar la idea de conjunto, justamente lo que hay que potenciar cuando hablamos de generar una atmósfera. Un ambiente urbano, por ejemplo, en el que se busca un clima elegante, sobrio pero a la vez moderno, casi siempre es compatible con un suelo de madera y una envolvente blanca. Sin embargo, cuando se pretende cerrar aún más la composición con una atmósfera sugerente, conviene revisar también el color de las paredes, replantearse si conviene un papel pintado y elegir el tipo de iluminación más adecuada. De esta forma todos los elementos que intervienen en la decoración quedarán enlazados y transmitirán mejor la idea de conjunto.
Para generar un estilo determinado, has de buscar los rasgos arquitectónicos con los que se identifica. Muchos de ellos surgen de una tipología arquitectónica singular. Cuando, por ejemplo, reutilizas un ambiente que originariamente se proyectó para atender otras actividades diferentes a las de una vivienda, conviene mantener la memoria histórica de los materiales, ya que son los que dan personalidad a la atmósfera. Es el caso del estilo industrial, bajo el que se da cobijo a un tipo de arquitectura que en otra época estuvo vinculada a actividades laborales como talleres, oficinas, locales comerciales, garajes, naves agrícolas, cuadras, molinos, etc. Para recrear esta atmósfera en un piso de ciudad, sin que resulte forzada, céntrate en las líneas básicas del estilo y así podrás identificar sus rasgos más característicos. En este caso, se trataría de recurrir a materiales en bruto, a terminaciones desprovistas de detalles decorativos, a equipamiento vintage o a instalaciones vistas como las bombillas al desnudo.
Partiendo de la idea de que no se trata de imitar, sino de crear una atmósfera, es bueno como punto de partida, que visualices el espacio existente para ver si se adapta a lo que estás buscando. Una estética racionalista, por ejemplo, luce mejor en ambientes amplios, con enlucidos lisos y blancos, mientras que un estilo nórdico necesita de mucha luz natural para que se potencien la calidez de los materiales naturales. Es decir habrá que controlar proporciones, escalas y condiciones ambientales, tales como la luz natural o la relación con el exterior. Para un estilo Mid Century Modern, necesitarás luz natural a raudales, enlucidos lisos y claros y, si fuera posible, un hogar con embocadura de piedra.
Hay otros detalles arquitectónicos que te ayudarán a modelar el ambiente para impregnarlo del clima característico que estás buscando de una manera menos efímera, que lo que consigues decorando solo con muebles. Es el caso de los elementos que forman la estructura de la vivienda. Pilares de madera, columnas de hierro, muros de carga, por ejemplo, serán fundamentales para reforzar la idea de un rústico renovado o un loft industrial. Por eso hay que explorar las posibilidades de la casa, en busca de ese potencial escondido que puede ser el punto de partida de tu decoración. Puede ser el caso de las paredes de ladrillo que se ocultan tras revoques y enlucidos, que puedes dejar vistos para crear una atmósfera de estilo neoyorquino, en combinación con enlucidos blancos y ventanas de formato vertical, preferiblemente sin cortinas.
Si buscas un clásico renovado, qué mejor que una casa de estilo decimonónico. Últimamente se han puesto muy de moda, ya que son muy buscadas por sus suelos de baldosas hidráulicas, sus techos altos, sus puertas con vidrios y montantes superiores y también por lo que esconden debajo de capas de pintura o falsos techos. Es el marco ideal para una atmósfera ecléctica y cuidada. Por eso no hay que agobiarla con muchos muebles, ya que el espacio en sí es parte de la idea de conjunto. Las más elegantes tendrán adornos en escayola, tarimas de madera, hogares con embocaduras de mármol, boiseries…
La pintura puede colaborar actualizando el lenguaje clásico, mediante colores más elaborados o limpiando visualmente la envolvente con el blanco. Los muebles te marcarán la paleta de color por la que has de optar. Y aquí la decisión es tuya, si quieres ir hacia lo clásico, busca un eje de color que arrope el conjunto, teniendo como color de partida algún tapizado, un papel pintado, objetos de vidrio o cerámica. La otra opción es pasarte a una atmósfera más bohemia con el mestizaje como núcleo de la decoración. Recuerda que casi todo se puede pintar o retapizar, por lo que es esencial dar con el color adecuado, ya que servirá de puente entre los distintos elementos del ambiente. Con pintura también puedes cambiar el estilo de un mueble, mediante veladuras o pátinas, o por el contrario dejarlos al natural, mediante decapados y lavados. En este ambiente, el color negro de la alfombra y el aparador bajo, sirvieron de plantilla para organizar las tonalidades, que dan al conjunto una atmósfera elegante pero hogareña.
En cuanto a materiales, el mármol blanco, gris o negro es otro elemento atemporal. Tanto te sirve para pisos de principios de siglo, como para dar un toque de elegancia en una ambientación moderna. La chapa galvanizada, el hierro pintado u oxidado y el acero inoxidable, en cambio, serán perfectos para integrar en temáticas industriales o en atmósferas rústicas pero contemporáneas. Estos materiales, lejos de anular, potencian el protagonismo de los acabados artesanales y naturales, como la piedra, la madera, los revocos a la cal o el ladrillo.
La piedra es el material indispensable de una atmósfera rústica, que también puedes actualizar mediante revoques irregulares a la cal, para que solo queden algunas piedras vistas y se rebaje su peso visual, ganando luz y dejando más opciones a la hora de encontrar un mobiliario compatible. Por ejemplo, se puede buscar un contrapunto entre muebles populares y piezas contemporáneas y modernas.
Elige muebles de distintas décadas para cerrar una composición de los sesenta, como la butaca BKF de 1938, las sillas en plástico de colores de los Eames o los muebles escandinavos. Otros materiales que te ayudarán son la madera contrachapada y las planchas laminadas de Formica, que pueden emplearse en revestimientos de pared, encimeras, muebles o en el exterior. Sus 120 nuevos colores pasteles y destonificados recuerdan a la gama de azules y naranjas de esa época.
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