Es muy posible que en tu jardín o tus macetas favoritas aparezcan diferentes hierbas. Estas suelen ser llamadas ‘malas hierbas’, aunque este término no será siempre el más adecuado. Se trata de aquellas plantas que no deseamos que crezcan en una zona determina y, sobre todo, que no queremos que se conviertan en invasoras.

Será muy importante eliminar las malas hierbas para que rompan el equilibrio natural del jardín o la maceta. Las razones recaerán en la estética, la higiene y en todo aquello relacionado con los nutrientes, el agua, la luz o el espacio. Es por eso que nos podemos encontrar con distintas herramientas para deshacernos de ellas.

Los herbicidas se podría usar en casos muy puntuales y con son mucho cuidado, aunque lo más recomendable será no hacer uso de ellos, ya que podremos acabar con toda la planta.

Lo mejor será hacer una extracción selectiva, que no perjudicará a los microorganismos del suelo. Es por eso que deberás tener a mano una azada o binador, un desraizado de mango largo, una gubia y un escardador oscilante.

En el caso de que te decantes por herramientas mecánicas, las mejores serán el herbicida térmico y las herramientas eléctricas.

En el caso de las herramientas químicas, estas nos permitirán aplicar los herbicidas químicos, que no dejarán ninguna planta viva y su efecto será muy duradero. Este último método no será recomendable ya que no es ecológico ni respetuoso con el medio ambiente.

Lo mejor será optar por un herbicida natural, es decir, hacer uso de plantas tapizares o rastreras que no permiten el crecimiento de otras plantas y que, además, serán muy útiles para cubrir algunas zonas que son menos accesibles.

Una vez que ya te hayas decantado por el tipo de producto que quieres usar deberás seguir las indicaciones pertinentes. Aunque eso sí, en caso de que quieras hacerlo manualmente deberás hacerte con una buena azada y debes valorar, antes de nada, el terreno. Así, habrá que diferenciar entre aquellas malas hierbas y las plantas. Después de eliminarlas, habrá que hidratar bien el sustrato y, sobre todo, procurar que la planta esté recibiendo todos los nutrientes que necesita.