Parece que los dos meses y medio que Kiko e Irene llevan dentro de la casa les están pasando factura. Si hace apenas unos días les veíamos discutir por el tomate frito, en esta ocasión ha sido por los huevos. La gastronomía y la compra semanal parece que es el momento que más tensa a la pareja que se enzarza en unas discusiones en las que ninguno de sus compañeros quiere meter baza.