No hay una actriz viva con mayor repercusión que Meryl Streep. Solo entre los principales galardones que se conceden en el mundo de la interpretación (es decir, Oscar, Tony, Emmy, Globos de Oro, principales festivales…) suma cerca de 120 nominaciones, de las cuales 29 se han convertido en premio. Ha estado 21 veces nominada al Oscar y ya tiene en su hogar tres estatuillas. Y estamos seguras de que habrá una cuarta, porque lo de esta mujer no tiene parangón.
Pero a pesar de poder presumir del, probablemente, más extenso y estupendo catálogo de papeles, hay uno que aborrece por lo que supuso para ella. Y eso que también por él recibió una nominación al Oscar.
Cuando le propusieron este papel, Meryl, que es toda una profesional, decidió seguir el método Stanislavski para encarnarlo. Este método consiste en conectarse emocionalmente con el personaje hasta el punto de “ser” dicho personaje incluso cuando las cámaras no la enfocaban. Así que Meryl llegaba al plató ya convertida nada menos que en Miranda Priestly, la chunguísima directora de una revista de moda a la que dio vida en ‘El diablo viste de Prada’. En cualquier otro rol habría podido ser soportable… pero es que Miranda era insufrible, era el mal en persona. Una mujer carente de empatía, capaz de machacar a quien fuera con tal de conseguir su propósito, vender muchos ejemplares de la revista y ser la número uno.
Imaginaos cómo debían de sentirse Emily Blunt y Anne Hathaway que, a pesar de saber que Meryl estaba metida en su papel, era igual de borde e insolente con ellas delante que detrás de las cámaras.
Meryl confesaba hace tres años a un medio estadounidense, ‘Entertainment Weekly’, que "se sintió miserable durante el rodaje". Podía escuchar los cuchicheos y las risas a sus espaldas, y explicaba que sentía que era el precio que tenía que pagar por interpretar a Miranda (personaje basado, como todo el mundo sabe, en Anna Wintour, editora de ‘Vogue’ en Estados Unidos).
Utilizar ese método para dar vida a la protagonista de ‘Los puentes de Madison’ o a la de ‘Mamma mia!’ habría sido hasta simpático. Pero Miranda es decididamente odiosa. Y, durante las semanas que duró el rodaje de ‘El diablo…’, Meryl Streep decidió ser Miranda. Eso sí, su interpretación fue aplaudidísima por crítica y público. Pero nunca más volvió a trabajar el sistema Stanislavski.
Si se confirman las informaciones que circulan por Hollywood, todo apunta a que habrá nueva entrega de ‘El diablo viste de Prada’ (esperamos que sin Stanislavski de por medio y con una Meryl mucho más amigable en el set de rodaje).
El argumento gira en torno a una Miranda desesperada por recuperar su prestigio en el final de su carrera, motivo por el que recurre a su exasistente (Emily Blunt), convertida ahora en una alta ejecutiva y, por tanto, en una posición de poder muy distinta a la de antaño. Esas mismas informaciones, aparecidas en la revista digital ‘Puck’, sacan a Anne Hathaway de la ecuación, ya que dejó caer hace tiempo que, de haber una secuela, ella no estaría dentro. Por cierto: todo apunta a que se estrenaría o a finales de 2025 o ya en 2026, año en que se cumplen 20 de su estreno.
Pues nada, cruzamos los dedos para ver a Meryl Streep haciendo de nuevo de Miranda… y viéndola pasear de la mano de quien, dicen, es su nueva ilusión: Martin Short, su compañero en ‘Solo asesinatos en el edificio’. Pues nada, ¡que viva el amor!