De él siempre se ha dicho que es intenso. Al menos como actor. El título de muso del indie español se lo ganó con '10.000 kilómetros', su revelación en el cine. Por aquel papel estuvo a puntito de llevarse su primer Goya. Pero fue con 'Verano 1993' cuando definió su rol en la industria. Desde que colaboró con Carla Simón en esta cinta por la que le dieron el cabezón "por saber fumar" no hay director novel que no quiera trabajar con él. Eso sí, que esa solemnidad que tiene en pantalla se repita entre toma y toma es otro cantar. Porque si algo se le da bien a David Verdaguer, más allá de interpretar, es hacer el ganso. Y la prueba de ello está en su perfil de Instagram.
Quizá no sea el ídolo de masas que uno imagina cuando se le pasa por la cabeza el concepto de 'actor'. Pero eso a él le está de más. La culpa la tiene ese ego 'destructivo' que le sale cuando ve una peli en la que aparece. "Verme en pantalla grande no mola, la mayoría de veces me quiero arrancar los ojos", le contó a Ricardo Moya en una entrevista para 'El sentido de la birra'.
Basta con bichear por encima su feed en esta red social, donde no encontramos ni una frase intensa a analizar, para contrastarlo. Porque sí, desde que se estrenó en Instagram allá por 2012, @elverdaguer nos ha demostrado que lo suyo es el cachondeo.
En sus posts hay mucho 'cañeo', algún que otro gin tonic, planes con colegas de la industria, viajes por carretera y retretes. "Este tío está loco", dirán algunos. Pero no. Por mucho que vayamos al final de su tablón no hay ni una foto de postureo. Ni siquiera en las que él es el protagonista. Cuando se marca un selfie, si sale con un ojo guiñado, la lengua fuera o los dientes llenos de uvas, mejor que mejor. Y eso a sus 40 mil seguidores les chifla.
Antes de que un hater se moleste en criticar su melena 'arreglada pero informal', ya está él para autodenominarse "perro de agua". ¿Que ha salido bien en la foto de turno con compañeros de set? No te preocupes, que David Verdaguer te compartirá esa cara B en la que aparece haciendo el bobo. A él le da igual marcarse una publicación con una manta en la cabeza. O posar en primerísimo primer plano con una media deformándole la cara, todo un clásico.
Pero no todo iba a ser frivolidad para contrarrestar tal intensidad. Cuando el cine ha flaqueado, ahí ha estado él para reivindicarlo. Son varias las ocasiones en las que, acompañado por su intimísima Natalia Tena, con la que se inició en este mundillo, nos ha animado (con una pizca de sentido del humor) a acudir a las salas.
Y claro, como algunos sospecharán, esta guasa también la ha sabido explotar. Ya existía un David Verdaguer antes del indie e intenso al que aupó el cine en 2014. En Cataluña todos le conocían como "el reporter amb bigoti", el periodista del exitoso 'APM' ('Alguna pregunta més?') que con su mostacho iba haciendo el gamberro por las calles de Barcelona.
Por aquella época fue un auténtico descubridor de lo freak. Quizá por eso le costó tanto que le tomasen en serio cuando debutó con esos '10.000 kilómetros' de Carlos Marqués. A lo mejor fue ese prejuicio el que le motivó a explotar el drama. Pero qué suerte tuvimos de que, cuando la crítica insistía en lo crack que era para el cine, le pillásemos con el ego "mal colocao". Afortunados fuimos de que nunca perdiese esas ganas de hacer el ganso.