Emilia Clarke sufrió afasia, la enfermedad de Bruce Willis: "Pedí a los médicos que me dejaran morir"
Bruce Wilis se retira del cine tras 30 años de trayectoria tras ser diagnosticado de afasia
Emilia Clarke también tuvo que lidiar con este trastorno tras sufrir dos aneurismas
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Bruce Willis se retira del mundo de la interpretación después de 30 años de trayectoria. Así lo ha comunicado la familia del icono del cine de acción, que recurría a las redes sociales para anunciar el motivo que ha llevado al intérprete a tomar esta difícil decisión. El actor sufre afasia, un trastorno que provoca la pérdida de la capacidad de expresar o comprender el lenguaje por un daño en las áreas cerebrales encargadas de controlar esta función. “Es un momento realmente difícil para nuestra familia”, expresaba su dolor su mujer y sus cinco hijos.
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Lo habitual es que quien sufre este síntoma derivado de una lesión cerebral vea afectada su expresión de diferentes formas: errores al usar las palabras, pronunciarlas desordenadas u omitirlas o tener dificultad para utilizar el término que se quiere usar. Finalmente, podría derivar en tartamudez o, en peores casos, en mutismo. En función de su gravedad, el paciente presentará una capacidad variable de recuperación. Si el daño es leve, el paciente podría recuperar las habilidades del lenguaje sin tratamiento. Sin embargo, la mayoría necesitan rehabilitación a manos de expertos, siendo un proceso bastante lento y con un grado de recuperación variable.
Bruce no ha sido el único rostro conocido que ha tenido que lidiar con este trastorno. Emilia Clarke, protagonista de ‘Juego de Tronos’, contaba su duro testimonio con la afasia tras sufrir dos aneurismas mientras rodaba la primera temporada de esta serie, cuando vislumbraba que estaba a punto de cumplir su sueño de convertirse en una reconocida actriz. “Estaba aterrorizada por la atención, por un negocio que apenas atendía, por hacer honor a la confianza que los creadores habían puesto en mí. Me sentí, en todos los sentidos, expuesta”, contextualizaba la británica en ‘The New Yorker’.
Para aliviar este estrés comenzó a trabajar con un entrenador personal y durante una sesión con él empezó a experimentar cierto malestar. “Sentí como si una banda elástica me apretara el cerebro. Intenté ignorar el dolor, pero no pude. Le dije que tenía que tomar un descanso. Casi arrastrándome llegué al vestuario. Llegué al baño y me arrodillé, con nauseas. Mientras el dolor me taladraba la cabeza cada vez más”, recordaba estos síntomas Emilia, que tuvo que ser llevada de urgencia al hospital con el pulso débil y vomitando bilis.
Tras hacerle una resonancia magnética, el diagnóstico fue claro: una hemorragia subaracnoidea, un tipo de accidente cerebrovascular potencialmente mortal, causado por una hemorragia en el espacio que rodea el cerebro. Clarke tuvo que ser intervenida para sellar el aneurisma y evitar secuelas terribles o incluso la muerte. “Me sacaron de la UCI después de cuatro días y me dijeron que el gran obstáculo era superar las dos primeras semanas. Si lo conseguía sin complicaciones, era posible una buena recuperación”, recordaba la autora británica, que días después, en plena recuperación, empezó a notar el trastorno del lenguaje que ha retirado del cine a Willis.
Emilia Clarke sufrió afasia tras un accidente cerebrovascular
“Una noche, después de haber pasado esa marca de las dos semanas, una enfermera me despertó y, como parte de una serie de ejercicios cognitivos, me preguntó cómo me llamaba. Mi nombre completo es Emilia Isobel Euphemia Rose Clarke. Pero no podía recordarlo. De mi boca salían palabras sin sentido alguno y entré en pánico. Nunca había experimentado un miedo como ese. Podía ver mi vida pasar por delante y no valía la pena vivirla. Yo soy actriz, necesito recordar mis textos y ahora no podía recordar ni mi nombre”, sintió pavor la actriz, que estuvo a punto de tirar la toalla.
“En mis peores momentos, llegué a pedir a los médicos que me dejaran morir. Mi trabajo, todos mis sueños, están centrados en el lenguaje y la comunicación. Sin eso, estaba perdida”. Afortunadamente, una semana después recobró el habla y recordó todos sus datos. Un mes después, abandonaba el hospital y regresaba a la vida totalmente recuperada.