Cuesta asimilar la inesperada muerte de Jordi Rebellón. El actor, al que siempre recordaremos como el icónico Doctor Vilches, ha fallecido a los 64 años a causa de un ictus. En Divinity ya le hemos preparado el homenaje que se merece y este sábado, después de 'Doc', podremos recordarle juntos con el que fue su final en 'Hospital Central', serie en la que se volcó durante más de una década y que le aportó eso tan complicado que hoy se está haciendo palpable: el cariño del público y de sus compañeros de profesión. Pero más allá de sus personajes, que no fueron pocos, también hemos querido reivindicar su parte humana.
Lo suyo con la interpretación fue una cuestión de 'pico y pala'. Mamó este oficio de su padre, "un payaso que pintaba, tocaba el violín, hacía teatro y cantaba Zarzuela". Todo como hobbie, en una España aún sin democracia en la que le tocó "trabajar en tres sitios a la vez" para mantener a la familia. A los quince años, un Jordi adolescente al que no le sonaba raro eso de actuar participó en su primera función cuando en el centro cultural del barrio pidieron voluntarios. Para su desgracia, con la mayoría de edad la necesidad apremió y a su padre no le quedó otra que 'centrarle' con un "nene, hay que trabajar".
Pronto consiguió trabajo en la banca, un golpe de suerte para cualquier 'buscavidas' de la época. Sin embargo, esa idea de dedicarse a la actuación no se le iba de la cabeza. Puso copas, fue contable a tiempo parcial, trabajó como animador los sábados por las tardes, repartió cartas por toda Barcelona en su Vespa "para pagar el alquiler" y se apuntó a un grupo de teatro nocturno que fue evolucionando.
De ser una actividad para aficionados, la compañía no tardó en progresar. Según iban haciendo bolos, convirtieron esta en una labor semiprofesional. Y después de muchos 'noes', incluido el de la Escuela de Actores de Barcelona, de la que se quedó a las puertas, consiguió sus primeros papeles ya superada la treintena. Su sueño de ser actor se había cumplido. De personajes recurrentes (como su participación en 'Barrio Sésamo'), Jordi Rebellón fue ganando peso para los directores de casting. 'Médico de familia', su primer doctor en la ficción, hizo el resto.
Muchos ya le ponían cara gracias a la serie de televisión más exitosa de todos los tiempos. Lo que no imaginó es que de aquello ascendería a la categoría de icono de la mano de los 256 episodios en los que dio vida a Rodolfo Vilches, protagonista de otro fenómeno como fue 'Hospital Central'. Después de aquel boom tuvo sus subidas y bajadas. Era consciente, como contó a El País en 2005, que la suya era "una profesión muy etérea en la que hoy se está arriba y mañana, abajo".
Fue sumando proyectos como 'Fago', 'Mercado central', 'Sin identidad', 'Cuéntame cómo pasó' o 'Servir y proteger'. El cine, en el que no trabajó todo lo que le hubiese gustado, fue su "espinita clavada". Y el teatro le terminó reencontrando con el público, aún cuando el peso de los años fue haciendo que el "no tener tiempo para ti" y estar días fuera de casa le cansara. Un ritmo laboral y vital que en lo personal tuvo consecuencias.
La soledad siempre fue una cuestión a reivindicar por Rebellón. Frases como "el viernes no sales a tomarte una copa cuando tienes una serie diaria" o "un personaje implica estar toda la noche estudiando para rodar al día siguiente" se repiten en cada entrevista de archivo del actor. Declaraciones que, con su habitual sorna, casi siempre acompañaba con una pregunta: "¿Cómo voy a tener una novia si no puedo verla?"
Cuando el Doctor Vilches hizo de él un objeto de deseo, el papel couché estuvo muy pendiente de sus movimientos sentimentales. 'Quién es la pareja de Jordi Rebellón' fue durante un tiempo una de las búsquedas más repetidas en Google. Y él, que nunca presentó públicamente a ninguna de sus parejas ("He tenido varias" contó, aunque nos dio una pista al confesar que su amor platónico siempre fue Michelle Pfeiffer), tenía una respuesta para esta situación vital.
"Estoy solo, lo reconozco, pero también porque no veo ni a mis amigos", le manifestó a Luján Argüelles en 2013. Una charla distendida en la que definió a las mujeres como "muy complicadas" pero con "la magia de ser diferentes". Esto, sumado a su falta de tiempo (durante su etapa de mayor éxito en televisión sufrió un cuadro de estrés del que salió a base de terapia), provocó en él conformismo. "Todo es más complicado que antes y la relación de pareja lo es. Ya llegará quien sea", apuntó.
De esta soledad elegida también habló con Rosa Villacastín ese mismo año, en este caso para Diez Minutos. "Si vivo solo es porque prefiero vivir solo antes que mal acompañado. A vivir solo se aprende, como a tantas otras cosas, aunque, lógicamente, hay días que se te cae la casa encima, pero a mí me compensa esta situación", le planteó. Pero en su entorno hubo una persona a la que le costó acostumbrarse.
Su madre, a la que perdió pocos meses antes de su inesperado fallecimiento, siempre "tuvo esperanzas". "Sus otros hijos tienen mujeres y niños, yo soy la oveja negra de la familia", contaba como anécdota. Al principio, este era un tema de conversación recurrente. "Ya llegará", le decía. Con el tiempo, cuando le presentaba a una chica a la que estaba conociendo, terminó por responderle con un "bueno hijo, a ver cómo te va".
Aunque sus amigos siempre fueron su bastón, Bruce, el labrador que le acompañó durante los últimos diez años, fue su gran aliado. "Si le digo que me voy no se queja, si le digo que tardará en salir se calla, si le digo que venga, viene. Lo único que quiere es estar conmigo el máximo de tiempo posible. Y yo también", le dedicó poco antes de su marcha. En plena pandemia, su "compañero y confidente", ese que estaba ahí "cuando peor estaba", el que lo "compartía" todo con él, se fue. "Me has dado tanta felicidad que supera lo que te voy a echar de menos", le prometió.
Desde que ha trascendido la triste noticia, han sido muchos los compañeros de profesión que han querido dedicarle unas últimas palabras. Christian Gálvez escribía una emotiva carta en la que le confesaba que, "en muchos momentos", ha querido ser como él. También Paula Echevarría, que a pesar de que nunca llegó a trabajar con él delante de las cámaras, fueron muchos los años que compartieron detrás de ellas. Luis Merlo, Santiago Segura, Ana Belén o Lolita han sido algunos de los rostros conocidos que han querido rendirle homenaje.
Un duro golpe que logró sobrellevar, una vez más, gracias a los suyos. Para entenderlo, solo hace falta recordar una reflexión que Jordi Rebellón se tomó como leit motiv y que en un día como hoy cobra más sentido que nunca: "Lo que nos vamos a llevar cuando nos muramos no van a ser los coches ni el dinero, van a ser las relaciones humanas, las de amistad, las de familia y las de pareja". Descansa en paz.