Hazme una foto así: “María Pombo sería la Preysler de esta época, pero con un atractivo añadido"
La publicista define el mundo de creadores de contenido como un 'guilty pleasure'; "un no me gusta, pero no puedo parar de mirar"
"A Isabel Preysler no la veíamos levantarse y acostarse y tenía un asesor de comunicación y de imagen", explica en comparación con las influencers
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Todo empezó durante el confinamiento. La experta en publicidad Lorena Macías se enganchó a la actualidad influencer en medio del aburrimiento de esos días en casa. Del bucle de tiempo viendo fotos y stories nació 'Hazme una foto así', la cuenta en Instagram en la que analiza con humor y de forma crítica lo que está viendo. Se convirtió en un éxito. Ahora, recoge en un libro ‘Cien años de mendigram’ (Roca) lo que ha aprendido en estos años sobre las 'miserias' del mundillo influencer. Y, sí, confirma. Ahora ya todas sabemos qué es un influencer. “Quizá no se tiene tan claro cuáles son las competencias o cómo es el día a día, el famoso trabajo que hay detrás”, apunta.
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Es el 'Sálvame' de hace ocho años, que nadie lo veía, pero estaba siempre entre los programas más vistos. Es lo que se llama 'guilty pleasure'; un no me gusta, pero no puedo parar de mirar o me provoca tanto rechazo que me provoca más atracción. Luego hay mucha gente que lo utiliza como ruido blanco, que es consciente de que las redes y la mayoría de influencers son lo que son y no aportan nada, pero vienes de estar doce horas en un estudio de arquitectura con la cabeza como un bombo o de que los niños no te dejan ni un minuto tranquila y los acuestas, pues entiendo a que lo mejor no te apetece ponerte una película. Te apetece ponerte esto a ver qué tontería ha hecho esta gente hoy.
En el libro mencionas que “Instagram es un poco pantomima”. Esto se lo aplicamos muchas veces a los influencers, pero al final es un poco lo hacemos también cuando haces la foto del desayuno de vacaciones. ¿Es el postureo nuestra razón de ser en internet?
Sí, cien por cien. De hecho, el otro día leía que mucha gente decide el destino vacacional de acuerdo a lo que ven en las redes sociales. Tú estás viendo el atardecer en Bali y ya te estás imaginando tu foto ahí. En el fondo, a todo el mundo le gusta exhibir y las redes tienen esa parte en la que exhibes lo que quieres, proyectas una imagen de triunfo de lo que a ti te interesa mostrar. Nadie sube a Instagram “me han venido 80 euros de luz y no tenía dinero en la cuenta”.
Volviendo a las influencers de 'lifestyle', a veces tenemos una visión un poco negativa de este mundillo, pero al final ¿no son como las famosas de toda la vida, pero en otro canal? Antes tenías a Isabel Preysler que salía en '¡Hola!' ahora tienes redes sociales.
Sí, ha cambiado. Durante un tiempo, los 'realities' eran una fábrica de famosos y luego esa fórmula dejó de funcionar. Ahora, coincido contigo en que María Pombo sería el equivalente a la Preysler de esta época. Con un atractivo añadido, que es lo que a mí me ha dado el salseo, y es que a Isabel Preysler no la veíamos levantarse y acostarse y tenía un asesor de comunicación y de imagen que la hacía medir sus palabras. Sus intervenciones estaban muy medidas. Sin embargo, María Pombo y todas las influencers muestran sin ese tipo de asesoramiento. Siempre pongo el mismo ejemplo, el de Constantino Romero en los 90 anunciando LoMonaco. A lo mejor en su casa tenía un colchón Flex, pero no lo sabíamos. Ahora las influencers sí te están anunciando el LoMonaco y, yo qué sé, Coca-Cola por la mañana y por la noche se olvidan y abren la nevera para contarte “mira qué día” y tienen Pepsi.
Si tenemos en cuenta el interés que generan, pues sí, es equivalente. Pero es muchísimo más divertido que la Preysler porque están con todas las vergüenzas al descubierto. También creo que los famosos y ricos de antes tenían actitud de famoso. Lo cuento en el libro, que tú veías a Gunilla o a Tita Cervera con ese halo de glamour, de como que iban andando y se les iban cayendo los billetes. Tú ves a una influencer con un bolso de 20.000 euros, pero también sabes que le están "mendigando" al restaurante para ahorrarse la cena. Es como riqueza de cartón piedra. Sabes que, si rascas un poco, te están enseñando unas vacaciones magníficas pero están pagando con stories.
¿Y cómo se toman los influencers las críticas? En el libro hablas del momento en el que descubriste que a las marcas no les importaba que criticases sus anuncios porque les estabas dando un alcance orgánico que no iban a tener.
Una vez una madre estaba haciendo [una campaña de] un spray nasal muy desagradable. Se lo estaba poniendo a su hijo que lloraba y ella seguía grabando. Lo publiqué en los albores de la cuenta y me pasaron un pantallazo de un privado de esta influencer diciendo “no lo voy a borrar porque me está trayendo un montón de alcance”. Entonces sí, hay muchas influencers que les da igual que hablen bien o mal, que hablen. Luego hay otras que se hacen las amigas, pero no les hace ni pizca de gracia. Y otras que sí se lo toman bien. Yo no me caso con ninguna ni conozco a ninguna.
¿Y qué es lo que más vergüenza ajena da, lo peor que se hace en el mundo influencer?
Hay tantas cosas. Creo que cuando se les ven las costuras y se les ven lo que son realmente. Cuando Carla Barber tenía agendada a la señora que le ha ayudado en casa como “Filipina Mayet”, en lugar de decir “oye, pues es verdad, está mal” se vino arriba. Intentó decir que a su hermana la tenía agendada como “hermana Claudia”. Empezamos a reírnos, ella saltó y dijo “sois una gentuza, haced cosas con vuestra vida en vez de mirar a los demás”. Generalmente, es falta de autocrítica, la falta de escrúpulos. Chica, te mandó esto ayer una marca, me lo vendiste y te pagó. ¿Es preciso que pongas los vestidos en Vinted? Estas cosas de “todovalelandia” y comprobar que al mes siguiente la marca le vuelve a mandar ropa, que no hay consecuencias.
A mí me enfada mucho el uso de las enfermedades y los complejos ajenos para vender. Me parece muy heavy lo de la medicina estética. Nos reímos de Instagram, soy la primera, pero sí está teniendo una incidencia en la sociedad.
¿Crees que hemos perdido la inocencia? ¿Que ya sabemos que detrás de todos los “me estáis preguntando mucho” va a llegar publicidad?
Cada vez más. Al final es como cualquier medio. Ahora el marketing con influencers está en una etapa de madurez. Por lo tanto, la gente ya tiene más herramientas para desmontar esa narrativa trillada. Hay que buscar nuevas fórmulas y ahí está la gente que está partiendo el bacalao: la que hace publicidad de manera creativa, profesional. Gente que está haciendo buena publicidad, que no es eso. ¿Me estáis preguntando mucho qué pasa de dientes uso? Eso ya nadie se lo cree.
Y la pregunta del millón: ¿va a estallar la burbuja influencer o debemos aceptar es que es el nuevo status quo de la fama?
Es el nuevo status quo de la fama, pero está mutando. Hace diez años había cientos de blogs y solo un porcentaje que lograron traccionar audiencia a Instagram. Ahora hay que mutar a TikTok. ¿Cuántos sobrevivirán? ¿Cuánto se perderán por el camino? No va a pasar levantarnos un día y decir “María Pombo ya no es nadie”. Justo ayer hablaba de Sara Carbonero, que en 2013 estaba en todo y ahora no está en primer plano. Tiene su empresa, ha encontrado su sitio. Yo creo que con las grandes influencers pasará igual. Sabes que se irán transformando. Sobrevivirán los que sean profesionales y creativos y, sobre todo, rentables para las marcas. La época de tirar los billetes al aire porque llegaba el Pelayo de turno y decía “cobro tanto” ya no va a pasar.
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