Más de cinco millones de personas vieron de media las ocho temporadas de 'Los Serrano' que se emitieron en Telecinco entre 2003 y 2008. La serie fue, además de un fenómeno de audiencias, un auténtico hito cultural para toda una generación que crecía al tiempo que lo hacían los protagonistas más jóvenes de la ficción. Víctor Elías (Madrid, 1991) era uno de esos chavales a los que miles de niños y adolescentes idolatraban por su papel de Guille. Todos ellos desconocían que, por aquel entonces, el actor lidiaba con varios episodios muy complicados en el plano personal y familiar. Experiencias que ha plasmado en su primer libro, '#YoSostenido', escrito junto a Pablo Díaz Morilla. Un relato sincero, maduro y generoso. También una forma, en sus propias palabras, de "romper con etapas", de ir contra los "prejuicios" y de "echar un último vistazo al camino y sonreír volviendo la vista hacia delante con ganas". En Divinity hemos hablado con él.

En su primera incursión en el mundo editorial, Elías hace un recorrido vital y profesional que abarca desde su niñez a su vida adulta. Publicado el pasado 27 de noviembre, llega en el que él mismo considera es “el mejor año de su vida”, centrado desde hace tiempo en su carrera como músico y director musical, y apenas unas semanas después de su boda con la también artista Ana Guerra tras tres años de relación sentimental. La canaria aparece en el acto VII (el libro juega con actos e interludios), pero en las más de doscientas páginas de catarsis personal del madrileño hay hueco para mucho más.

Porque la suya es, en sus propias palabras, una vida que ha seguido un recorrido desordenado, poco "lógico". Siendo solo un niño, trabajó con los mejores nombres de la escena patria mientras hacía por encajar con los de su misma edad en el colegio y en el pueblo. Siendo solo un niño y siendo luego solo un adolescente, lidió con el alcoholismo de sus padres, con su separación, con la posterior denuncia a su madre (la "decisión más extraña" que ha tomado nunca, tras una escena difícil), con la muerte de su padre, con el paso por dos internados. Todo ello, mientras triunfaba como actor y como cantante (además de 'Los Serrano', fue la época de Santa Justa Klan). Años después se enfrentaría, además, a su propia adicción, de la que, confiesa, temió no llegar a salir nunca. "Me metía hasta amoníaco por agradar", llega a decir, en una de sus confesiones más duras.

Al leer sus páginas, sorprende que Víctor destapa y profundiza en todos esos episodios personales (contados ya en la obra de teatro 'Yo sostenido, sonata para juguete roto') que el gran público desconocía por completo. Y surge la inevitable pregunta. "Si te pones a contar lo feliz que eres ahora, creo que es importante también narrar que en una etapa de tu vida en la que has descubierto cómo se puede no ser feliz”, se justifica a este portal. Por eso, pese a la "vergüenza" y pese a tener "todos" los miedos, se decidió a compartir sus experiencias y abrirse sobre la nueva etapa feliz en la que lleva inmerso varios años ya, deseoso de que el público la conozca.

Porque el libro es, además, una forma de "hacer las paces" con la profesión, de separar etapas, de romper con los prejuicios, otro de los grandes temas del libro. "Parece que socialmente está como mal visto, que si ya no sales en la tele ya no eres nadie", se sincera sobre la etiqueta de juguete roto, poniendo el foco el componente "morboso" del público. "Cuando alguien está muy alto, estamos medio esperando para un 'Ay, mírale ahora". Desde su posición actual, tras haber seguido su propio camino, reconoce que no cambiaría nada de su trayectoria personal y profesional. "Renunciaría mil veces más", concluye sobre la decisión de haber huido de la parte "más fácil" de su profesión.

También llama la atención que, después de años expuesto a las dificultades, la pérdida, el fracaso o los prejuicios, el retrato sea así de luminoso. Que no haya rencor, que el perdón, el agradecimiento o la aceptación sean las líneas maestras sobre las que pivota la obra. Víctor se refiere ahora a su adicción desde la madurez, sin excusas, admitiendo que es una enfermedad con la que se convive "toda la vida" y admitiendo que el miedo a que pueda volver "siempre está", por lo que debe estar "observándose" continuamente. Lo propio hace con el vínculo con sus padres, de quienes asegura que "hicieron todo lo que pudieron y más" y que "tropezar con las mismas piedras" y "ver las cosas con distancia" le ha llevado a punto en el que no puede más que "darles las gracias".

El agradecimiento se extiende, también, en '#YoSostenido' a otras muchas personas, además de sus progenitores. Así, menciona a sus tíos y sus primos, su segunda familia, que lo acogió cuando era un adolescente. También a la tercera, la que formaban el reparto y todos los trabajadores de la popular ficción de Telecinco: aunque el papel de Guille no le permitía evadirse demasiado, las innumerables jornadas que pasó rodando salvaron su vida, en sus propias palabras, de forma "metafórica y real". Más de una década y media después, el vínculo entre ellos sigue siendo totalmente estrecha, como evidenciaron las imágenes de su boda, con buena parte del casting reunido.

"Es una relación que pasan los años y te ves y parece que no han pasado". Entre ellos, palabras especiales hay para Natalia Sánchez, cuyos padres estuvieron a punto de adoptarle durante su peor época; Fran Perea, su "hermano de la vida" o Antonio Resines, "una especie de padrino dentro de la profesión, siempre pendiente de que todos estemos bien". Casi quince años después, 'Los Serrano' sigue siendo una familia, y el público puede conocer mejor a uno de sus protagonistas.

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