Sexto álbum de carrera y mucha carretera detrás. Tan ‘pequeña’ no puede ser tu historia…
Me considero artesano y no artista porque no soy distinto a nadie, sólo tengo la capacidad de hacer canciones. Creo que lo que engrandece mi historia no soy yo, si no la gente que con la que está cayendo, ahorra para venir a un concierto mío o compra el disco. No soy más que un chaval que se piró de casa a los 16 años a tocar, primero a Santiago y luego al metro y que creía en su carrera.
Del metro o Libertad 8 a colgar el 'no quedan entradas' en el Vistalegre, ya no hay miedo. Pero ¿cómo fueron los momentos previos al salir al escenari?
Fue el peor momento de mi vida, hasta el punto de querer cancelarlo. Yo soy bastante nervioso y el tema de estar escuchando a las miles de personas gritar en la ultima media hora hacía que me quisiera morir. Es el peor momento que yo recuerdo de nervios y miedo de mi vida.
‘Mi pequeña historia’ acaba de entrar en el número dos de ventas en España. El desamor tiene miles de seguidores y parece que en pleno siglo XXI es garantía de éxito. ¿Crees que la figura de los cantautores nunca muere?
Cuando desapareció el boom de los 90, parecía que el titular era 'la canción de autor ha muerto' y se llevaba la electrónica y el pop-rock internacional. Pero creo que hemos demostrado por la fuerza de los bares, porque no hay fuerza mayor que esa, que la canción de autor está más de moda que nunca, sólo que ahora tienes que salir a buscarla. También que una canción de autor renovada no tiene que ver con esa depresión de bar, con un whisky y humo de bar de por medio. Todos nos sentimos identificados en el dolor, un dolor muy agradable.
Y después de seis trabajos, serán incontables las veces que te habrás quedado 'roto'…
Y lo volveré a hacer y estaré encantado. Llevo escribiendo desde los 14 años por necesidad, como una especie de obsesión. Escuchaba letras de Juan Luis Guerra pero llevaba camisetas de Sepultura, el pavo es lo que tiene. Escribo de muchísimas cosas, pero todo lo que canto lo abracé y lo viví. Son historias muy reales y eso hace que la gente vaya a los bares.
Contabas en una entrevista que 'las musas' te abandonaron tras una ruptura… ¿Cómo consigue entonces la inspiración alguien que se dedica a crear?
No tengo ni idea, soy una persona muy ciclotérmica, ciclotímica y desordenada para muchas cosas. Para que te des cuenta de cómo es mi vida, llevaba tres meses de vacaciones en las afueras de Madrid y ahora voy a estar tres meses viviendo en una ciudad diferente, aunque estoy encantado, a mi lo que me da ansiedad es dormir una semana en la misma cama. Estuve tres meses sin escribir una sola frase y me provocó un estado de locura, depresión y ansiedad física de no poder comprenderlo. Pero llegué un día y sin que hubiera pasado nada, me salió un disco de golpe, once temas escritos sin tachar nada. Son canciones a mi ex, pero de amor. He escrito canciones enteras llorando.
Gran parte de tu público es femenino: dinos la verdad, ¿se enamoran del pelazo y de la barba o 'dar pena' es el truco perfecto?
'Fanático' es persona que no piensa, grita y te tira ropa interior y te garantizo que a mi nadie me tira ropa interior. (Ríe) No creo que nadie venga a verme por mi belleza física. Como dice mi madre, "yo era muy guapo de pequeño y me caí de la bici”. (ríe) Hay un mito de la 'erótica del poder', de que te subes al escenario y un montón de mujeres quieren llevarte a la cama. A mi me encanta llevarme a mis amigos de gira para que vean la realidad y me digan '¿dónde están las mujeres?’. La gente no viene a un concierto a acostarse conmigo, viene a escuchar música.
Cada artista se forma una imagen concreta. Tú tienes apariencia de más rockero o hasta heavy con el pelo largo y la barba, pero en cuanto abres la boca se desmorona. ¿Hay un 'estilo Suárez'?
Yo no sé si la gente que escucho está casada o si son zoofílicos. Y yo no se si el día de mañana me voy a afeitar la cabeza o me voy a quitar los pendientes, yo me visto porque me obligan, me pongo lo primero que vea y lo que esté planchado porque no tengo tiempo. Lo que quiero es que la gente me escuche y vuele, si no lo consigo, no lo voy a conseguir con el pelo largo o sin pendientes.
“A mi me engrandecen los secundarios de mi vida”, has dicho. ¿Cómo son tus fans? ¿Tus secundarios?
A pesar de que yo publico mi vida hablando de un beso, un polvo o de mi ex sin su permiso, soy muy tímido. Mi público no es mi amigo, me llenan de cariño pero a veces he tenido que poner barrreras. A la gente a la que hago las canciones son mis personajes secundarios, el resto son gente a la que tengo mucho cariño, respeto y muy buen rollo. No debe pasar de ahí, y no lo necesito porque creo que tengo mucha suerte en mi vida con unos amigos de la infancia que conservo, mi casa en la playa de Pantín, mi familia y mi mami que me hace Pulpo. ¿Qué más necesito?
¿Qué decimos de las redes sociales? Porque ni siquiera los poetas pueden pasar de ellas... (Tiene 33.000 seguidores en Twitter)
Es una droga y como toda droga, bien consumida, puede ser maravillosa. Pero yo me fio de esto, de tu mirada aquí y ahora o de un abrazo. De la foto en tu pantalla no me puedo fiar hasta un punto tan grande. Pero luego te pasa, como a mi, que vas a México y en el concierto hay 1000 personas más porque te han visto en la red. Siempre agradeceré ese cariño, son gente que nos amplifica de forma gratuita.
Esto no ha sido un camino de rosas. Seis años de conservatorio y otros cuantos en las bodas, bautizos y comuniones. ¿Qué recuerdas de esa época?
Hay un VHS que tiene mi madre y que obligué a meter en una caja fuerte con una llave que sólo tengo yo… (ríe) Me recuerdo con esa camisa de flores bailando y pienso cuanto daño me hizo Juan Luis Guerra. Tenía que mantenerme económicamente hablando y en Galicia hay mucha orquesta. Te reconcilia con el mundo, te das cuenta de lo pequeño que eres porque ahora me aplauden cada tres minutos, y eso es una mierda para el ego. Si tengo que volver a esos orígenes, lo haré encantado y es que yo entré una noche en 'Libertad 8' y salí ocho años después. Era de día.
Un destino divinity
Pantín atardeciendo con varias botellas de 'Albariño': te cambia la vida.
Un amante divinity
¿Eso se puede decir? (ríe) Cualquiera en el sur, el amor tiene que ver con el sur y con Cádiz.
Lo más divinity del sexo
¡¡Todo!!, ¿no? (ríe) ¡El repetir!
Lo más divinity del amor
Su otra cara.
Tu última borrachera
En el sur de mi norte, en Galicia, con una marca de vino que se llama igual que uno de mis discos, 'Moraima', en la mejor de las compañías y en el más bello atardecer.
Tú último desamor.
Quedó en el levante.
En tus redes afirmabas que 'ibas por la navegación correcta'. ¿Cuál es el destino final al que conduces?
Este disco está hecho con muchos meses de curro y las canciones las escribí llorando, eso tiene que ser verdad. Me obsesionó un poco la muerte y el dejar una obra perfecta o al menos, buena. Este último disco tiene que ver con lo mejor que puedo dar de mi, con no perseguir la fama si no la buena obra. El camino de 'mi pequeña historia' será el camino de mis próximos discos. Y mi mayor camino es sentir paz.