Lin Cortés, el flamenco salvaje que canta desde la entraña a la amiga que se fue con el cáncer
Paloma Concejero
15/03/201811:06 h.Amo la poesía. Aunque no estuviera de moda. Incluso estando de moda como ahora, según dicen. Con los años, he aprendido a celebrar la que escupe verdad. Más allá de artificios, rimas o escaparates sonoros. A veces dibuja felicidad.
Pero muchas otras lo que más rezuma es dolor. En las entrañas que se revuelven ante una pequeña o gran catástrofe: ¡ahí te encuentro ahora, diablo Lin Cortés! Ahí. Navegando sin timón. Indiferente al sinsentido que tilda de comercial, o de lo contrario, lo que sólo debería ser medido si es capaz de trascender. Para ser contemplado como Arte. En días en que más bien se premian sus opuestos.
"Yo creo que son días más de 'productos' que de artistas. A veces miro alrededor y veo marionetas políticamente correctas. Nos dan una versión muy falsa del amor. Con acordes estándar, letras estándar. El amor hay que sentirlo ¡profundo! y a mí con tanta melosidad lo único que me sube es el azúcar".
Y de verdad. Y muy gitana. Es tu familia. "Casi normal", confiesas. Una casa con tu padre y tu abuela haciendo cantes pero nunca de forma profesional. Como sí ha hecho tu tío, El Pele, histórico cantaor. O tu hermano, Nani Cortés. Con vecinos tan ilustres como el guitarrista Vicente Amigo. Me recuerdas, ahora, esos días colegiales de mucho Camarón, Chichos, Manzanita, Las Grecas… ¡Cómo no iba a explotar entre esos cassettes un personaje tan salvaje!
"Sí, soy salvaje. Y me gusta. Creo que hay que mantener vivo en uno ese instinto. No alejarse del animal que todos llevamos dentro".
Tu instinto, claro. Pura supervivencia. Ya dijo alguien que "salvaje" viene de salvarse. Y en esos trayectos callejeros tan inspiradores siempre se te han cruzado los bares. "Lo de salir no lo puedo evitar aunque lo intento. Sí, últimamente intento pasar de largo los bares porque ¡acabo borracho y las resacas son cada vez más largas! Lo pierdo todo. El dinero, la ropa. ¡Le temo a mis borracheras!".
Carne de bohemia. Sin pose. Y quien te tuvo cerca lo sabe. E igualmente conoce tus retiros al campo. Tu insomnio. Tus mascotas, a menudo, recogidas de esas mismas calles. Gatos y perros vagabundos que ofreces en adopción en las redes sociales. Porque nada en tu vida responde a un plan. El alcohol, las mujeres. Los sueños que son canciones. Desengaños y pasiones. Amantes que fueron o serán. Amigas que se van antes de tiempo entre las que descubrimos a Michele.
"Michele era una amiga. Tampoco éramos íntimos pero sí coincidíamos a menudo en comidas y encuentros dentro de un grupo de conocidos. Tenía apenas veintipocos años cuando le detectaron un cáncer. Se organizaron para ella varios conciertos en los que, por distintas circunstancias, no pude estar. Y se me quedó la espinita. Cuando murió, yo vivía en la montaña y una mañana me desperté. Estaba amaneciendo y había soñado con una letra y una música. Me pasa muchas veces. Soñé un estribillo para su canción:
Michele, entra tu risa por la ventana.
Ele, ahora tu risa duerme en el agua.
Pero no pudiste escribir más letra y pediste ayuda a otro amigo, el poeta catalán Josep M. Rodríguez. "Me encanta lo que ha escrito. Él no conocía a Michele pero sí ese dolor de pérdida de otras personas que se marcharon antes de tiempo por la misma enfermedad. Josep me dijo que ojalá esta canción sirviese para dar un poco de calor a quienes pasan por lo mismo o están luchando para superarlo. Ojalá tuvieran ese poder las canciones. Porque este tema es para darles calor a todos ellos".
De todo lo que te vi y oí junto a artistas como Jorge Pardo, Sorderita o Raimundo Amador hay en tu trabajo. De todos es y de ninguno. Sólo tuyo ese primer gran disco en solitario: 'Gipsy Evolution'. El disco que abrió una brecha después de años de sequía en el llamado Nuevo Flamenco. En sus surcos, magistrales colaboraciones: El Pele, Vicente Amigo, Raimundo Amador, La Negra, Alba Molina, Estrella Morente. Pero es pasado y tus nuevas canciones nos van llegando poco a poco.
"Para mí un artista es aquel capaz de transmitir cosas. Y sentirlas. Y ser valiente porque es su obligación. En mi cabeza no está superar o no lo que ya está hecho. Sólo hacerlo. Seguir haciendo canciones. Ahora, como no estoy enamorado ni desenamorado leo mucho y surgen. Acabo de terminar una con frases de Frida Kahlo. Soy más músico que letrista, pocas veces me siento a escribir pero cuando lo hago siempre sale algo. Sobre todo melodías".
¡Siempre los poetas! Aunque te asuste que te llame 'Baudelaire flamenco' sabes que hay mucho de él en tu salvajismo eléctrico. Y algo del británico John Keats, en tu romanticismo que respira, también, al aire libre. Y te inspira en montañas. Junto a ríos, playas. Corriendo con tus perros.
Y cuando te comparan con Prince o Lenny Kravitz, por ser tan funky ¡y tan negro! yo por momentos descubro en tu oscuridad a otros menos evidentes como Joy Division, o mejor dicho, la mirada sombría del mismísimo Ian Curtis. Su rabiosa tristeza. Ese lirismo urbano. La ternura que irradia tu animal belleza.
¿Cómo es que, con todo esto, todavía no te conozcan en Londres o Nueva York? ¡Si eres uno de los artistas españoles con más proyección internacional que han parido estos tiempos! "Me encantaría salir fuera de España, pero de momento estoy solo e incapaz de organizar por mí mismo una aventura así. Quizás alguien me ayude en un futuro. De momento, no queda otra que resistir. Autoeditarme para poder hacer lo que me da la gana que ahora son canciones más sobrias, más intimistas, que pueda defender casi solo con mi guitarra y un par de músicos. Que la gente pueda escucharme más en crudo sin la potencia de una gran banda en la que a veces se pierde un poco mi voz. A contracorriente. Eso es lo que quiero".
Entretanto, seguirá sonando tu teléfono reclamando colaboraciones. Desde Antonio Carmona a Concha Buika o los novísimos Dellafuente o Rosalía que también te quieren y te persiguen, incluso durante años, por esa fidelidad a la raíz que prendieron, entre tus rizos, tantos flamencos.
En el tránsito que lleva de Andújar a Córdoba y por todo el mapa. Lin Cortés, sigues devorando a dentelladas noches, amores y tedios… Reclamando, ahora, sitio a la luz de un solo foco, en tu videoclip, para cantar a una mujer. Y a la ausencia que duele y expía, en verso, tu voz gitana.
Podrá llevarse el viento las cenizas de Michele. Pero ya nunca borrará su canción. Y si la escuchas es posible que también se te enrede por dentro "como alambre de espino". Porque hay un don en su intensidad. La tienen los grandes artistas y arde y brilla hasta en la muerte. Para igualar lo fugaz y lo eterno.