Nueve años han pasado desde que la dejamos de oír cantar. Una vida, o más bien dos, que paralizaron ese 'Sueño de Morfeo' al que ha aprendido a mirar sin nostalgia. Hoy queda poco de la Raquel del Rosario que creyó haberse acostumbrado al bucle de "disco-gira-promo" de los primeros 2000. Ahora, después del "revolcón" vital que supuso salir de España, arrancar un nuevo ciclo en Los Ángeles con su chico y descubrir la maternidad con Mael (de cinco años) y Leo (de siete), un "niño hada" que es un ejemplo de superación con patas, haber sido una estrella del pop es lo de menos.
Sus hijos ni siquiera sabían que "mamá cantaba" cuando, de pronto y sin avisar, alguien le tendió la mano para volver a esa realidad de la que aún quedaba alguna herida por cerrar. Esa persona fue Noan, un artista emergente con el que se animó a colaborar. Y lo demás fue rodado. El tema, un nuevo 'Nunca volverá', parece una contradicción. Porque Raquel, aunque sea una Raquel distinta, ha vuelto. Y lo ha hecho reconciliándose con el pasado.
Pregunta: ¿Cómo surge esto de regresar a la música con una nueva versión de 'Nunca volverá', esta vez en colaboración con Noan? Porque ha sido una sorpresa, supongo que también para ti...
Respuesta: La verdad es que ha sido todo muy fugaz. Hace poco más de un mes no tenía ni idea de quién era Noan y de repente, en cuestión de tres semanas, se lio todo. Lo que en un principio iba a ser una colaboración vía Instagram, para nuestros seguidores, al final fue yendo a más. Se involucró más gente, la discográfica quiso que lo grabásemos con una producción de estudio bien hecha. Me escapé dos días a Madrid y lo hicimos lo más rápido posible. Ahora estamos disfrutando del resultado.
P: ¿Daba vértigo volver a cantar?
R: Siempre me apeteció, porque al final siempre tienes esa espinita. Aunque mi vida ha cambiado mucho y estos años me he sumergido en la maternidad, me apetecía volver al estudio, que es la parte que más disfruto. Ha sido sin pensarlo, yo me muevo mucho por impulsos, siempre escucho a mi voz interior y esta vez le hice caso.
P: Y vuestros fans lo han recibido en masa...
R: Creo que ha sido un regalo para mucha gente. Ver la reacción de nuestros seguidores, todo lo que despierta en ellos esta canción, sus recuerdos, que piensen en dónde estaban hace 17 años cuando esto sonaba, es un regalo para mí como cantante. Es una forma de comprobar que tus canciones siguen vivas a través de los años.
P: ¿Esto va a implicar un regreso de 'El sueño de Morfeo'? Ganas hay.
R: Mucha gente se lo pregunta, pero eso es más complicado. Logísticamente yo estoy en otro país, Juan tiene una enfermedad que no le permite llevar el ritmo de una gira, David tiene sus proyectos y retomarlo todo de la manera en la que lo hacíamos antes es algo imposible, a parte de que era otra época y teníamos otra energía. Sí es cierto que siempre hemos dejado esa puerta abierta, hemos pensado que algún día estaría bien juntarnos y ver si sale algo nuevo, así que esa es una ilusión que siempre está ahí. Por eso no me gusta hablar de separación cuando hablamos del grupo.
P: ¿Y por qué esperar nueve años?
R: No había sentido esa llamada. Para mí subirme a un escenario o retomar la música requiere de que yo tenga algo por dentro que me diga: 'Necesitas esto ahora'. El cuerpo no me lo pedía. Quería estar cerca de mis niños en sus primeros años de vida, desconectar un poco de esos diez años de vorágine en los que todo era disco-gira-promo sin parar, y quizás ahora, con esta colaboración con Noan, he tenido a esa persona que me ha tendido la mano para decirme: 'Venga, vuelve'. Es de estas veces en las que dices que sí y la vida se encarga de buscar la manera de hacerlo.
P: Hace unos días, cuando Chanel fue elegida como nuestra representante en Eurovisión, decidiste defenderla
R: Está siendo un mes muy bonito porque, además de mi reencuentro con la música, también me he reencontrado con esa Raquel que vivió el mismo momento que ha vivido recientemente Chanel, y que de alguna manera es una herida que yo tenía ahí y que no quería ni mirar. Fue realmente doloroso y, aunque a la gente le cueste entenderlo y te digan 'bueno, no fue para tanto, es la opinión de la gente', no es solo eso. Es demasiado odio volcado en ti.
P: Es una forma de reivindicar la cara B de vuestra profesión, ¿no?
R: La gente nos ve como personas a las que no les afectan las cosas, que no tienen corazón, como si la fama te privase de sentir. Y no es así. Somos seres sintientes, todos tenemos nuestras luchas internas, y creo que hay que tener muchísimo cuidado, sobre todo hoy en día, que tenemos la manía de dar nuestra opinión en redes sin pensar en el daño que puede hacer o a quién le puede ocasionar algo de lo que no somos conscientes.
P: Y por eso tuviste la necesidad de escribirle esa carta abierta a Chanel...
R: Sí, porque me parecía una invitación a reflexionar sobre lo que opinamos. Incluso si no estamos de acuerdo con algo, con las votaciones, con la canción, se puede decir desde el cariño y desde el amor. Esa carta ha sido una forma de sanar esa herida. Me decían 'Eurovisión' y me saltaba la alerta de 'no, no, no quiero hablar de eso'. Ahora, poder hacerlo está siendo una forma de volver al pasado y de sanar heridas.
P: Además, justo después de participar, se terminó 'El sueño de Morfeo', y así hasta hoy.
R: En 2013, que fue el año de Eurovisión, después del festival hicimos una gira de verano y empezamos a componer temas nuevos para un siguiente disco. Entonces me quedé embarazada, que era algo que no estaba planeado, y ya sí que se paró todo.
P: ¿Cómo es esta nueva Raquel de la que hablas? ¿Cómo te ha cambiado alejarte de España y formar una familia lejos de la música, en Los Ángeles?
R: Este cambio radical de vida me ha ayudado mucho a trabajar mi mundo interno. Cuando dicen que vivo en Los Ángeles, la gente igual se imagina que vivo en medio de Hollywood, pero vivo en plena naturaleza, que es mi refugio, donde estoy criando a los niños, donde ellos se sienten más libres y felices. Para mí verles crecer así está siendo un regalo. Es una fortuna estar cerca del mar, de la montaña, de desconectar. Yo soy una persona de mi soledad, de mi tiempo, de mis meditaciones, de leer. Y combinar eso con la maternidad está siendo un reto. Esa es mi vida ahora mismo.
P: Este camino espiritual es el que tratas de plasmar en tu Instagram...
R: Todas esas reflexiones que comparto en redes al final son cosas que me ayudan a mí. Yo siempre digo que no son reflexiones mías, sino que vienen a través de mí. Las cosas que voy aprendiendo, sanando y mejorando en mí me gusta compartirlas. Creo que es como una especie de cadena de favores, que si me ayudan a mí, puede servirle a otro.
P: ¿Son tus hijos conscientes de este nuevo capítulo que afrontas? ¿Son conscientes de quién era mamá antes de que ellos llegasen al mundo?
R: No tienen mucha idea. Mi hijo mayor tiene autismo y es algo que no comprende muy bien. Mael sí que está empezando a ver videoclips míos, se pone a bailar y a cantar conmigo, pero no entiende mucho qué hace mamá ahí en la tele cantando. Es como 'bueno, pues vale, cosas de mamá'.
P: En redes llamas 'niño hada' a Leo, tu hijo mayor. ¿De dónde viene?
R: Yo le llamo así porque es algo que escribió cuando agarró mi teléfono y le envió sin querer un mensaje a mi marido Pedro. El autocorrector puso 'niño hada' y le dio a enviar. Y desde ese día se quedó.
P: ¿Te pensaste dos veces si hacer público que tiene trastorno del espectro autista?
R: Yo soy una persona muy reservada, seguramente hace unos años no hubiese contado nada, pero cuando llega una persona diferente a tu vida te das cuenta de que hay muchísimas otras madres y padres que pasan por lo mismo. En absoluto pensé que iba a tener esa repercusión. Mi idea era contar que tengo un hijo que ve el mundo de esta manera y así es como me siento. Pero creo que también tenemos que normalizar un poco, no solo mostrar nuestro lado bonito.
P: Es una forma de desmitificar esas 'vidas perfectas' que nos encontramos constantemente en Instagram, ¿no?
R: Hay que normalizar las batallas que nos pone la vida y que a veces son difíciles, pero hay que hablar de ellas, porque si no estamos dando a entender a las nuevas generaciones que la vida es de una manera cuando no es así. No solo está el lado bonito, también está eso que nos sucede, que nos da un revolcón, que nos hace replantearnos cosas y crecer por dentro. Para mí, compartir lo de Leo era decir: 'Oye, que mi vida tiene este reto'. Aunque todo parezca bonito y de color de rosa tengo esto, que a la vez es un regalo, porque te ayuda a ponerte en otra mirada.
P: Una lección de empatía...
R: Totalmente. Además, sin Leo tendría mucha menos paciencia. Me muestra muchas cosas de mí que me sacan de quicio y que en él las veo amplificadas. Al final es un pequeño espejito maestro que te enseña lo que tienes que mejorar en ti.