Frank Blanco descubrió su pasión por la radio desde temprana edad, cuando, a los 15 años de forma casual, asistió como espectador a un programa de radio en una emisora local. Su desenvoltura y carisma llamaron la atención, lo que le permitió obtener su propia sección en ese programa y, finalmente, convertirse en el gran comunicador que es hoy.

Lo que comenzó como un pasatiempo se convirtió gradualmente en una dedicación y un estilo de vida para el catalán. Su entusiasmo lo llevó a recorrer diferentes emisoras y canales de televisión en España, y con el tiempo, su demanda y popularidad aumentaron considerablemente. Una dilatada trayectoria profesional que ha ido compaginando con su vida personal, la cual está marcada por su longeva reacción con Sira Fernández, con quien ha construido una relación sólida basada en el cariño, la complicidad y el apoyo mutuo.

Esta historia de amor ha enriquecido la vida de Frank fuera del mundo de la fama y la atención mediática, brindándole equilibrio y felicidad mientras desarrollaba su exitosa trayectoria en los medios de comunicación. Además, fruto de su unión llegaron al mundo dos niños, Martín y Mateo, de 12 y 11 años, respectivamente, a quienes considera su "motor y la razón de todo". En algún momento se plantearon tener otro hijo más, sin embargo, ahora ya no están a favor de esa idea: "Soy el menor de tres hermanos, así que siempre he defendido al tercer hijo, pero ya no"

La vida de Frank se transformó "en todos los sentidos, pero a mejor", con el nacimiento de los pequeños. "El cambio potente fue cuando nació mi primer hijo. Por mucha ilusión que tengas, el primero se te hace un mundo. Pero todo se compensa. Te pasan muchas cosas, por ejemplo, que ya no decides si duermes del tirón o te dan la tarjeta VIP de las urgencias del hospital más cercano. Es una aventura y te lo digo yo como padre, porque las madres además lo sufren físicamente", se sinceraba en una entrevista con 'Diez Minutos'.

El presentador se considera "algo" estricto en su faceta como padre, debido a su firme creencia de que imponer ciertas reglas y límites es esencial para el bienestar y la formación adecuada de sus hijos. "Me he preocupado mucho de ser un buen padre, porque es algo que nadie te lo dice ni los niños vienen con manual de instrucciones", reflexionaba en la citada charla, donde admitía que suele suele comerse la cabeza "demasiado", razón por la que puede excederse en su protección: "Pienso que este mundo que hemos fabricado entre todos no es el mejor sitio para los hijos".