Desde que se convirtiera en madre, Sara Carbonero vive volcada en sus dos hijos. Ellos son, como dijo en el discurso que dio durante la fiesta que organizó con motivo de su 40 cumpleaños, "la fuerza de mamá". Se han convertido en su motor y su refugio en sus peores momentos. 

Martín y Lucas, de 10 y 8 años, son su prioridad y su educación se ha convertido en algo fundamental para ella. Pero más allá de la educación reglada que puedan recibir en el colegio y los conocimientos que adquieren en las aulas, la periodista trata de inculcarles valores como la tolerancia, el respeto, el entendimiento o la empatía.

Con la intención de enseñarles esos valores tan importantes, la periodista hace pedagogía en casa ayudada por libros acordes a la edad de sus hijos que le facilitan la tarea. Así lo ha mostrado a través de unos stories que ha compartido en su perfil de Instagram. "Sin etiquetas", un libro de Lucía Serrano se ha convertido en la nueva herramienta de la periodista. Una forma fácil y divertida de transmitir a Martín y a Lucas la importancia de no etiquetar a aquellos que nos rodean.

Sara ha querido compartir el importante mensaje que traslada este libro a los más pequeños. "No se puede utilizar solo una palabra para decir cómo es alguien. Sería como meter a la gente en un cajón. A las personas no se nos ordena en cajones como a los juguetes", se puede leer en la página de este cuento que ha compartido con todos sus seguidores.

Esta no es la primera vez que Sara Carbonero habla sobre la educación que quiere dar a sus hijos. Hace unos años, a través de su blog, se sinceraba sobre la necesidad de dejar que los niños sean libres. Aunque siempre bajo la atenta mirada de los padres que deben guiarles, la periodista aseguraba que hay que dejarles crecer y volar. "Tenemos tantas cosas que aprender de los niños y a la vez muchas que enseñarles, contamos con unos cuantos años de ventaja para no permitirles cometer los mismos errores que cometimos nosotros y sin duda alguna el mejor legado que podemos dejarles es la libertad", escribía entonces sobre la forma en la que afrontaba la maternidad. 

A pesar de su corta edad, Martín y Lucas son dos niños muy maduros. En estos últimos años han afrontado situaciones muy complicadas como la enfermedad de su madre, que hace unos meses revelaba que ya puede tener "conversaciones de adultos" con ellos y que, incluso, puede pedirles consejo. Su relación con ellos es muy especial y muy estrecha.

A través de sus redes sociales, ha compartido cómo incluso Martín le preguntó, con la inocencia propia de los niños, por los efectos de la quimioterapia y cómo esa conversación con el pequeño ha quedado grabada en su memoria como muchas otras igual de incómodas. Unas charlas madre e hijo que le demostraron la capacidad de adaptación de su hijo. Algo que hizo que esas conversaciones fueran mucho menos traumáticas tanto para ella como para el niño.

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